tag:blogger.com,1999:blog-335434862024-03-14T08:38:15.716+01:00El Blog de Camilo de OryCamilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.comBlogger83125tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-39364540792934447222015-03-17T11:31:00.001+01:002015-03-17T11:31:14.829+01:00Arsa: elecciones con duende<div style="text-align: center;">
<i style="font-weight: normal;">El domingo 22, los andaluces tendrán que hacer caso a su himno y
levantarse para ir a votar. Aquí presentamos a los tres principales candidatos</i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-7xdMf31On6Q/VQgAmfPt2pI/AAAAAAAAAxk/THXRMgT4hrU/s1600/Flamencas%2Bvotando.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-7xdMf31On6Q/VQgAmfPt2pI/AAAAAAAAAxk/THXRMgT4hrU/s1600/Flamencas%2Bvotando.jpg" height="221" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
Sé que vosotros veis nuestras elecciones como una especie de
maratón televisivo de Los Morancos, pero a los andaluces nos interesa mucho lo
que pueda ocurrir en ellas. Estoy de acuerdo en que los candidatos son como de
chiste de Pepe Da Rosa y en que cuando hablan uno se arrancaría por palmas si no
se hubiera quedado helado por lo que acaba de oír, pero os rogaría que nos
tomarais en serio. Tenemos nuestro corazoncito y además lo que nos pase hoy les
puede pasar a los demás mañana. Somos el burbujeante tubo de ensayo de la
democracia y os conviene estar atentos por si explotamos, o por si, por el
contrario, el contenido del vaso se revela como una líquida piedra filosofal capaz
de convertir el plástico duro de la desesperanza en el oro de la salida de la
crisis, que el Hado es caprichoso y nunca se sabe. Lo bueno de las regiones
periféricas es que uno puede estudiar lo que pasa en ellas con cierta distancia
emotiva que facilite el análisis, y Andalucía es tan periférica como ninguna,
aunque secularmente se ha mantenido al margen de veleidades independentistas y
sus habitantes no hemos tenido el empuje necesario como para inventarnos un
idioma propio en el que subrayar el hecho diferencial. Eso nos convierte en una
Miniespaña casi perfecta, que comparte un gran número de genes con la España
global y es por ello tan apta para la experimentación social como lo pudiera
ser un ratón de laboratorio perezoso y bajito. Venced vosotros la pereza, despertad
de la siesta de la razón y asomad la cabeza por encima de la valla del cortijo para
conocer a nuestros candidatos.</div>
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<o:p><br /></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Susana Díaz lleva las de ganar porque en Andalucía siempre
gana el PSOE, porque es la actual presidenta inelecta, lo cual le ha otorgado
una visibilidad que de momento no se ha vuelto en su contra, y porque responde
a una tipología de probado tirón electoral en estas tierras. A los andaluces
nos gustan los políticos cercanos, y preferimos mil veces votar a la frutera
que a un notario porque nos identificamos más con ella que con él. Susana Díaz
no es una frutera de mercado tradicional al estilo de Celia Villalobos, triunfadora
de signo opuesto que se mantuvo durante años en la alcaldía de Málaga antes de
ascender al olimpo nacional y que aun hoy sigue regalándonos momentos grandiosos,
sino más bien una dependienta de gran superficie, que manipula las berenjenas
con guantes de plástico y siempre da las gracias al cliente con la fórmula que
marca la empresa. Tradición y modernidad. Acento cerrado y desprejuiciados anacolutos,
sí, pero también pseudotecnicismos y muletillas de diseño. Un caballo ganador,
y con esto no estamos haciendo alusión a su dentadura, cuyo impacto visual no
le alcanza como para convertirla en recurso publicitario, como lo fueran la
ceja de ZP, el bigote de Aznar y la colosal cabeza de Chaves o lo es la coleta
de Pablo Iglesias. Susana, además, tiene el suficiente desparpajo,
probablemente derivado de la inconsciencia, como para mirar a los ojos del
elector y decirle que ella no sabía nada de todo aquello de los ERE sin que la
vergüenza haga que la voz se le quiebre y el rubor aflore a sus mejillas, y eso
en la política moderna es un activo. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Juan Manuel Moreno Bonilla es más nuevo en esto y no se le
conoce demasiado. Criado a bellota en las Nuevas Generaciones del PP de Málaga,
saltó a la fama doméstica hace unos años, cuando se descubrió que su brillante
currículum era una creativa invención suya o de su equipo de asesores. Algo
como lo que contaban que hizo Monedero, pero en esta ocasión de verdad y a lo
grande. Moreno Bonilla presumía de tener una licenciatura en Dirección de Empresas
y un máster en algo por el estilo que luego resultó que no existían. Hace un
par de años, ya cuarentón, obtuvo un grado en Protocolo y Organización de
Eventos, que a mí me suena a eso de poner la cuchara a la derecha y el tenedor
a la izquierda, y es que ahora se le llama grado a cualquier cosa y hay titulaciones
que avalan las habilidades menos universitarias que a uno se le puedan ocurrir.
El dato más estremecedor del historial académico de este buen señor es el que
dice que, previamente a todo, es decir, previamente a casi nada, inició y no consiguió
acabar la carrera de Psicología en la UMA. A juzgar por las fechas que constan
en el informe con el que me he documentado, en la Facultad debió de coincidir
con otras tres luminarias como <span style="color: blue;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=m6lCJZfRv4c"><span style="text-decoration: none; text-underline: none;">El Malaguita</span></a></span> de la película <i>Torrente</i>, <span style="color: blue;"><a href="http://www.elpais.com.co/elpais/cali/pablo-pineda-compartio-su-experiencia-vivir-con-sindrome-down">Pablo Pineda</a> </span>y
yo mismo. Él no terminó y nosotros tres sí. Yo lo hice borracho y os aseguro
que es muy, muy fácil. No obstante, el Universo tiende a ordenarse solo y
ofrece segundas oportunidades a quienes las merecen: la actividad parlamentaria
andaluza no es muy exigente, y si Moreno Bonilla no fuera elegido presidente tendría
tiempo para estudiar algo por las tardes y volver a ser el hombre de provecho
que un día fue en la ficción curricular.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Teresa Rodríguez es la cabeza de lista de Podemos. Es visualmente
todo lo contrario a Moreno Bonilla, y si uno los pone juntos se da cuenta de
que son como los protagonistas de <i>Ocho
apellidos vascos</i>, aunque con ellos no hay necesidad de cruzar Despeñaperros
para apreciar el choque de mundos: son dos planetas que orbitan, giran y se bambolean
en ese soleado microcosmos que hay al sur de Sierra Morena. Teresa es de Cádiz,
pero encarna ejemplarmente a la joven vecina de Getxo que casi todos llevamos
dentro y que siempre está a punto de prenderle fuego a un contenedor de basura,
y a Juan Manuel es difícil imaginarlo sin una medalla de la Virgen del Rocío
colgada del cuello, una pulsera con la bandera de España en la muñeca y un
rebujito en la mano, lo cual da bastante más miedo que lo otro, o al menos me
lo da a mí que soy bastante descreído con las tradiciones. Hace no mucho,
Teresa Rodríguez apareció desnuda en unas fotos robadas que corrieron por
Internet y saltaron a los medios de comunicación convencionales, siempre
atentos a la actualidad, pero luego resultó que la de la foto no era ella,
igual que las licenciaturas de Moreno Bonilla no eran licenciaturas. El posible
elector de Teresa se habrá sentido así subconscientemente defraudado, sobre
todo si llegó a recortar y guardar en la cartera la instantánea, y eso, en unos
tiempos en los que se valora tanto la autenticidad, es un lastre para ella. Si
la foto nos promete Teresa y en realidad nos está dando un clon anónimo y
depilado, ¿qué no ocurrirá cuando estos chicos lleguen al poder?</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Díaz, Bonilla y Rodríguez se reparten prácticamente ellos
solos esos gráficos multicolores de quesito que alegran las páginas de los
periódicos y las pantallas de los diarios virtuales en estas fechas. Los otros contendientes
carecen de opciones reales de victoria. Aunque probablemente tengan nombre y
apellidos, los andaluces no los conocemos y tal vez nunca los lleguemos a
conocer, dadas las perspectivas, que no son benévolas con sus aspiraciones. El campeón
de IU es víctima de la invendible trayectoria reciente de su formación y del
auge de Podemos, y el candidato de Ciudadanos andará lamentando que la campaña
no sea un par de meses más larga para confirmar el ascenso que su grupo muestra
en las encuestas. Los demás viven con aún menos alegría: el de UPyD estará
buscando el modo de explicar a sus hijos su fracaso usando al mismo tiempo un
argumento y el contrario, para hacer honor a la difusa y acomodaticia ideología
de su partido, el de VOX matará el rato construyendo murallas mentales que nos
salven de la invasión árabe, el comunismo y los masones y el del Partido
Andalucista se consolará recordando ese pasado feliz en el que sus correligionarios
eran unos comparsas con cierta presencia pública que al menos tenían asegurado
el subir al <span style="font-family: Basic; font-size: 10.5pt;">—</span>casi
testimonial<span style="font-family: Basic; font-size: 10.5pt;">—</span>
tercer peldaño del podio. Alguno de ellos podría alcanzar a última hora el
estrellato y perder la condición anónima por la vía de los pactos
postelectorales: en este terreno, el que parte con ventaja es el de Ciudadanos.
¿Quién no querría pactar con un ciudadano? Los ciudadanos están precisamente
para eso y para ayudarte a cambiarle una rueda al coche. O para darte unas
clases de pesca. </div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Publicado originalmente en <a href="http://www.elestadomental.com/diario/arsa-elecciones-con-duende" target="_blank"><i>El Estado Mental</i></a></div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-33961523234737177192014-09-16T13:22:00.002+02:002014-09-16T13:30:26.412+02:00La Croqueta<span style="font-family: inherit;">Siga a partir de ahora los artículos de este autor (y de varios otros) en la nueva revista 'La Croqueta'. Pinche en la imagen para acceder.</span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://revistalacroqueta.com/" target="_blank"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-a6yw9TNTdp4/VBgbQ6yl3bI/AAAAAAAAAuk/pUj7wS19NO0/s1600/Captura%2Bportada%2BLa%2BCroqueta.jpg" height="392" width="400" /></a></div>
<br />Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-86698083562620392013-05-23T17:39:00.000+02:002013-05-23T17:57:45.541+02:00El apoyabrazos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-64rlowRKOD4/UZ43-WlNwrI/AAAAAAAAAcA/wrG1-PtyvDw/s1600/Apoyabrazos+2.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="258" src="http://2.bp.blogspot.com/-64rlowRKOD4/UZ43-WlNwrI/AAAAAAAAAcA/wrG1-PtyvDw/s320/Apoyabrazos+2.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
No sé si han montado alguna vez en autobús interurbano. Lo
peor de este medio de transporte es que te obliga a viajar con un compañero de
asiento, que viene a ser algo bastante parecido a un siamés. El azar hace girar
su ruleta caprichosa y empareja a todos los viajeros por unas horas o unos
cientos de kilómetros. Es como cuando jugábamos en el colegio a eso de la
botella y esta jamás señalaba a la persona que queríamos (peor aún era cuando
sí la señalaba y ella salía corriendo despavorida, pero de ese drama hablaremos
en su momento). Lo bueno y lo malo del autobús es que si la botella apunta
hacia ti, no te puedes echar atrás y tienes que apechugar con las
consecuencias. El autocar no nos une para siempre, pero sí lo hace por períodos
más largos que ciertos matrimonios, y aquí la opción de divorciarse no existe (a
no ser que haya sitio libre al fondo) y la de ir a por tabaco tampoco se
contempla.<br />
<br />
Generalmente, lo único que nos separa de nuestro compañero de asiento es un
apoyabrazos de plástico, que puede o no ser abatible. Pues bien: en el control
de este apoyabrazos está la clave de la comodidad del recorrido. El apoyabrazos
es el peñón de Gibraltar de los desplazamientos interprovinciales y su
ocupación tiene un alto valor estratégico. Quien posa el codo en él, condena a
su rival a pasar el viaje con los hombros encogidos, replegado sobre sí mismo y
sumido en sus negros pensamientos, y se asegura en cambio un relativo desahogo
postural que hará que la prosaica odisea que se avecina sea un poco más
llevadera. El apoyabrazos es un territorio vital tan codiciado como la franja
de Gaza, y creo que el símil geográfico es más pertinente que el anterior,
porque los tíos que se te sientan al lado en estos autocares casi siempre son
moros, aunque no resulta del todo descartable que en la rifa te toque en gracia
un simio, si bien lo normal es que se trate de uno más parecido a un orangután
que a cualquiera de esos monitos que alegran con sus juegos y pequeños hurtos
la vida en la colonia británica.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
La ocupación del espacio conflictivo se suele realizar con
disimulo: aprovechando un bostezo con desperezamiento, se estira uno y luego
deja caer el brazo sobre el objetivo, esto es, sobre el reposabrazos. Igual que
los adolescentes de las comedias americanas hacen cuando van al cine con sus
ligues para echarles la mano al hombro, pero con un fin muy diferente, no
erótico, sino supervivencial: no es un furtivo lote entre las brumas, con viable
aunque improbable paja como guinda, lo que está en juego, sino algo mucho más
trascendente. Como decían en aquella otra película de boxeo, esto es una
cuestión de dignidad: tratamos de ganarnos la nuestra arrebatándole al
contendiente la suya. Pero la gloria del vencedor y la vergüenza del derrotado en
esta pugna no son tan efímeras como en el cuadrilátero: si tras un combate de
pesos pesados a doce asaltos se cumplimenta el ritual de levantar el puño del
vencedor ante su cabizbajo adversario y después se manda a cada cual a su casa,
aquí el vencedor y su vencido son obligados a permanecer juntos, bajo el mínimo
foco de la lámpara de lectura, tomando conciencia de quién es quién y de todo
lo que ello implica, durante cinco, seis, siete interminables horas, el tiempo
que el autobús tarda en alcanzar su siempre lejano destino, tras traquetear por
las autovías con la velocidad de un vehículo que transita caminos vecinales.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El viaje, por lo común, se realiza en silencio. Durante el
mismo, nos convertimos en una especie de discapacitados globales, condenados al
mutismo y la inmovilidad, aunque por desgracia no privados del sentido del
olfato, y como a tales sólo nos queda resignarnos y matar las horas viendo
caminar a la gente que sí puede en la película del televisor de a bordo,
suponiendo que lo haya, mientras intentamos olvidarnos de la presencia del odioso
tipo de al lado, sobre todo si nos ha ganado la partida, y rezamos porque se
baje en alguna de las paradas intermedias. Es posible aprovechar una de estas, si
es de las que incluyen descanso de quince minutos para estirar las piernas y tomar
café en un área de servicio, y dar un golpe relámpago de Estado que revierta el
orden de las cosas: basta con volver al vehículo antes que el enemigo y
esperarlo cómodamente repantigado, con una sonrisa que tanto puede ser de
saludo como de superioridad, para disfrutar a partir de entonces de las mieles
del triunfo y una postura más cómoda. Pero no es usual que esto ocurra: la
posesión del apoyabrazos le infunde a uno moral, como si en lugar de un cacho
de plástico fuera la mismísima espada Excalibur recién arrancada de la roca, y
le hace sentirse tan superior al rival (abrumado y desmoralizado, a su vez, por
la ignominiosa derrota) que lo más frecuente es que el statu quo se mantenga
hasta el término del trayecto. </div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
Entonces, al final del recorrido, llega el momento del adiós.
El ganador y el derrotado (siempre hay uno de cada clase en una pareja) se
levantan, se estiran, ahora con sinceridad, para desentumecerse, recogen su
equipaje de mano (uno de los dos se lo puede alcanzar al otro, en ofrenda
sumisa o regalo de desagravio) y se despiden con gesto más o menos hosco. Del
autobús se apean treinta campeones y otros tantos perdedores, con la frente
alta o meditabundos, según corresponda a su condición, que descienden a un
mundo donde la guerra y la pareja serán algo muy diferente a lo que han sido
durante las últimas horas. La gran botella de la vida girará para buscarles
amores que duren más que un viaje y ellos, irremediablemente, tendrán que
pelearse aquí y allá por ganarse un apoyabrazos conceptual, ficticio,
metafórico, hecho del mismo material con el que se forjan los sueños, porque si
alguna moraleja extraemos de este texto es que para estar bien casi siempre hay
que fastidiar a algún vecino y para quedarse a gusto no hay nada como molestar
un poco al prójimo.</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-28495393756328593142013-04-22T17:31:00.000+02:002013-06-19T10:25:40.462+02:00Proletariado<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-Y-4HOmMNp0c/UXVXFUX-RYI/AAAAAAAAAbU/TbD7yo4lfk0/s1600/Proletarios+3.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-Y-4HOmMNp0c/UXVXFUX-RYI/AAAAAAAAAbU/TbD7yo4lfk0/s320/Proletarios+3.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
A pesar de lo que pudieran
sugerir mi elegante indumentaria y mis exquisitos modales, formo parte del
proletariado, y eso me obliga a ingerir periódicamente raciones completas de
huevos con patatas y chorizo y a ponerme ciego de vino en cartón. Uno ha de ser
fiel a su clase y no debe dejarse seducir por las tentaciones que abundan en
los mundos que no le pertenecen: mi innata elegancia y mi apostura me han
abierto mil veces las puertas de los salones de la alta sociedad, pero nunca he
caído en la trampa de creerme un miembro de pleno derecho de la misma y siempre
he recordado que mi cuerpo pertenece a las comunitarias calles (y mi estómago a
los establecimientos que ofrecen menú económico a cinco euros y que dejan que
el hambriento repita el primer plato).</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
Aunque algún bromista con acceso
al ropero de una señorita vista a un mono hembra con prendas de la más fina
seda, éste seguirá siendo un mono y conservará su tendencia a comer plátanos y
su costumbre de defenderse arrojando sus propios excrementos a aquellos que
osen acercarse por sus dominios. Cada uno es lo que es y será inútil que luche
por aparentar que es otra cosa, pues siempre habrá un gesto, un lapsus o un
desliz de distinta naturaleza que lo delate. Lo mejor es aceptar las desgracias
con deportividad, asumirlas según van viniendo y alzar la frente para admitir
ante el mundo con real o fingido orgullo lo que hay: a todos digo aquí y ahora <span style="text-align: start;">—</span>y
para que quede constancia de ello lo hago por escrito<span style="text-align: start;">—</span><span style="text-align: start;"> </span> que yo soy proletario y
obrero en el sentido amplio de la expresión, ya que mis delicadas manos no me
permiten serlo en el otro.</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
Es cierto que el hábito no hace
al monje, aunque ayuda mucho a reconocerlo, y mis cuidados ropajes no deben
confundir a nadie: soy un peón del pueblo oprimido y albergo en mi fuero
interno tanta ciega ira contra el clero y la patronal como es posible desde el
punto de vista médico. Cuando veo a un tipo vestido de etiqueta fumarse un
habano de los buenos siento incontrolables impulsos homicidas, y me pasa algo
muy parecido cuando me presentan a alguien con nombre raro y apellido
compuesto. Opino que la guillotina fue el invento más útil y revolucionario de
su época, y mis deseos de tomar nuevamente <st1:personname productid="La Bastilla" w:st="on">La Bastilla</st1:personname> sólo son
comparables a los de hacer lo mismo con el Palacio de Invierno, cuidando esta
vez de que no se escape ninguna infantil y adorable Anastasia por la puerta de
atrás. Los proletarios somos así y la enseñanza secundaria obligatoria no va a
cambiarnos.</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
Soy capaz de tararear <st1:personname productid="la Internacional" w:st="on">la Internacional</st1:personname> de
corrido y puedo levantar el puño izquierdo con tanta convicción como el que
más, que creo que hoy por hoy sigue siendo Fidel Castro, un hombre al que por
cierto sí perdono que fume todos los puros habanos que quiera y la salud le
permita. Me sé al menos veinte chistes verdes sobre la monarquía, que
probablemente harían reír como niños a estos afables Borbones a quienes nadie
confundiría con una familia de obreros (aunque salieran todos juntos a la calle
en camiseta interior sin mangas y con un casco amarillo y una riñonera), y
puedo cantar el himno de España de cabo a rabo sustituyendo la añeja <span style="text-align: start;">—</span>y mil
veces recordada<span style="text-align: start;">—</span> letra de Pemán por esa otra <span style="text-align: start;">—</span>tan graciosa<span style="text-align: start;">—</span> en la que aparece
el mismo Franco y se hace alusión a una marca de detergente.</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
Ya voy olvidando los eslóganes
anticapitalistas porque el tiempo no pasa en balde y el contenido lírico de las
manifestaciones de los últimos años se ha vuelto un tanto ecléctico, pero pongo
a Lenin por testigo de que conocía un buen montón y acostumbraba a entonarlos
con seguridad y entusiasmo en cuanto se me presentaba la oportunidad, en
ocasiones valiéndome de una melodía de apoyo y un megáfono para subrayar la
innegable verdad que había en ellas. Todavía tengo conciencia de clase, que es
la forma de conciencia más superficial y menos comprometedora que existe pero
que es conciencia al fin y al cabo, y eso en los tiempos que corren no es poco:
soy consciente de cuál es mi papel en el trágico teatro de la vida y del
modesto lugar que ocupo en la empinada pirámide social, y me paseo por los clubes
hípicos y me pavoneo en las recepciones del embajador con el aire chuleta y
confiado del que sabe que puede beber como un cosaco (y pasarse con la gente
tanto como le apetezca) porque no le importa un pimiento que los guardas
jurados lo levanten por los sobacos y lo pongan de patitas en la calle.</div>
</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-32621350301598356082013-04-07T22:37:00.002+02:002013-04-07T22:37:37.951+02:00Semáforos<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-YuCZNLczlUU/UWHY4JlV_VI/AAAAAAAAAbE/FajgEwpjRU4/s1600/Sem%C3%A1foro+4.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-YuCZNLczlUU/UWHY4JlV_VI/AAAAAAAAAbE/FajgEwpjRU4/s1600/Sem%C3%A1foro+4.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
El silbido con que el semáforo acompaña la señal verde que
permite cruzar al peatón me recuerda al de un hombre que llama a un perro. El
semáforo nos silba y nosotros cruzamos, solícitos, la carretera, apretando el
paso como si al otro lado nos esperase una golosina. El semáforo es nuestro
amo, y seguimos sus órdenes sin cuestionar ni por un momento su oportunidad.
Nos dice “Venid, bonitos, venid” y allá que vamos, sin detenernos un momento
para mirarnos y decir “Eh, pero ¿qué es esto?”. Somos el perro de Pavlov de <st1:personname productid="la Dirección General" w:st="on">la Dirección General</st1:personname>
de Tráfico, que hace con nuestros cuerpos lo que quiere. Títeres. Usted es un
títere, señora, un muñeco articulado que se juega una fractura de cadera al
correr sobre el asfalto mojado cada vez que una máquina con luces de colores se
lo ordena. Su caso es comprensible porque la última vez que oyó un silbido humano
por la calle tenía treinta años y de eso hace otros tantos, y la nostalgia y el
querer volver a ser lo que uno fue son dos estímulos poderosos que a veces nublan
la razón, pero ¿yo? Yo cruzo aún más rápido, con toda la velocidad que me
permiten mis jóvenes piernas, hacia el semáforo exigente. Aquí estamos los dos,
pasando del trote al galope porque el semáforo se impacienta y empieza a meter
ruido del bueno. No es una carrera entre ambos, sino una prueba contra nosotros
mismos y una cuestión personal con algo que no es una persona: corremos porque
no podemos decepcionar a ese autoritario y callejero mueble, a quien le basta
con silbar para conseguir que obedezcamos, cuando a un guardia urbano de los de
siempre se le exigían también gestos y profusión de manoteos. Da la impresión
de que respetamos más a un montón de hierros y de cables que a un padre de
familia que llevaba porra y estaba autorizado para arrearnos con la misma, de
cintura para abajo, a la primera salida de tiesto, y el reflexionar sobre ello
nos puede ayudar a entender a qué incomprensible punto de degeneración están
llegando las cosas.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Mírese, señora, y míreme a mí. Parecemos los camellos mecánicos
de esa vieja atracción de feria, que corrían a medida que el jugador iba
lanzando pelotas a un agujero voraz, pero aquí nadie tiene que afinar la
puntería ni dejarse los cuartos para que movamos el culo: cada silbido del
semáforo es una bola que da en el blanco y nos obliga a caminar a toda prisa. Somos
víctimas de la tecnología que hemos creado (usted no ha creado nada, lo sé,
pero permítame la licencia), más en concreto estamos siendo sojuzgados por una desgarbada
máquina con vago aspecto de ayuda de cámara inglés, un mayordomo mecánico que
se ha acostumbrado a mandar y nos ordena la vida en lugar del cajón de las
corbatas. Este robot vertical y pasivo ha dado un discretísimo golpe de Estado,
ha ocupado las calles sin que se note y de momento lleva todas las de ganar en
una batalla que nadie sabe que existe. A nosotros sólo nos queda oponernos a la
dictadura de las máquinas con las armas que tenemos, es decir, desarmados: abrazar
una resistencia pasiva que tarde o temprano desembocará en una ola de atropellos
que diezmará más nuestras filas cuanto más prietas estén. Eso o resignarnos a seguir
las reglas del juego y correr como conejos cuando se nos manda, que es, dese
usted cuenta, lo que estamos haciendo en este preciso instante: apretemos el
paso, señora, que ya vuelve a silbar el hombre de hierro, sigamos sus órdenes aunque
sepamos que al alcanzar la meta no vamos a recibir una medalla, ni una felicitación
ni absolutamente nada y que, como de costumbre, las prisas solo nos servirán para
descubrir que esta vez tampoco hemos llegado a ninguna parte.</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-60186770241027086622013-03-21T14:43:00.001+01:002013-03-21T14:43:08.300+01:00Cacas de perro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-_SQm8v1Gn8s/UUsN9OPsKlI/AAAAAAAAAaY/Ix7o2rV5xp4/s1600/Perro+y+amo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="232" src="http://4.bp.blogspot.com/-_SQm8v1Gn8s/UUsN9OPsKlI/AAAAAAAAAaY/Ix7o2rV5xp4/s320/Perro+y+amo.jpg" width="320" /></a></div>
La ley obliga a los propietarios de perros a recoger sus cacas de la calle. Como lo oyen. En caso de que no lo hagan, se arriesgan a ser duramente multados y a sufrir la desaprobación de los vecinos. Esta situación jurídica hace que sea frecuente ver a señores hechos y derechos arrodillados en la acera y toqueteando una caca de perro con la única protección de un guante desechable. Esos hombres recogen el mullido residuo de la digestión de sus mascotas y dejan la dignidad en el lugar que este ocupaba. Es posible que elijan horas inauditas y parajes recónditos para llevar a cabo el ritual, pero ninguno de ellos estará completamente seguro de que no lo vaya a ver un niño, un vecino o la joven que, si lo hubiera conocido en cualquier otra situación, habría podido llegar a ser la mujer de su vida.<br />
<br />
Es cierto que, en una mañana fría, el tacto en la mano de una majada recién puesta, cálido a través del finísimo plástico, puede resultar turbiamente reconfortante, pero este dudoso placer no compensa la pérdida de fuerza moral que el hombre experimenta cada vez que consuma el acto bochornoso. También lo es (cierto) que existen una especie de recogedores automáticos que facilitan la tarea al condenado, y que le permiten mantenerse erguido durante el proceso y prescindir de relacionarse directamente con el controvertido producto orgánico, pero esto no es más que un modo de encubrir la humillación: un hombre que trinca una bosta con una pinza unida a un palo sigue siendo un hombre que trinca una bosta, por más que interponga higiénicos objetos entre él mismo y su destino y finja que maniobra con naturalidad e indiferencia.<br />
<br />
Prefiero un millón de veces ver la calle sembrada de excrementos (que son un abono inmemorial y la prueba de que hay vida en el asfalto) a asistir a la genuflexión diaria del propietario del perro de turno. El civismo y el amor a los animales son dos cosas que están muy bien, pero no justifican determinados gestos. Ninguna ley debería forzar a un hombre a coger cacas en público y nada debería obligarnos a nosotros a ser testigos de esa blanda, cotidiana y sibilina vejación. Esquivar de vez en cuando una caca en gallardo <i>slalom </i>es preferible a tener que esforzarse por borrar de la memoria la imagen del mártir arrodillado o aprender a convivir con ella: hay mojones que nos molestan de un modo físico y otros que estorban en la conciencia, y los primeros son más fácilmente saltables o rodeables que los segundos, que se nos vuelven a materializar delante, casi tridimensionales y corpóreos, por más que intentemos pensar en otra cosa.
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-88678174338910616052012-11-22T20:02:00.000+01:002015-03-17T11:34:13.773+01:00Democracy<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-wUlM62CMFto/UK52PTFI1qI/AAAAAAAAAZA/xf8znoJhEk4/s1600/Leonard%2BCohen%2BDemocracy.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-wUlM62CMFto/UK52PTFI1qI/AAAAAAAAAZA/xf8znoJhEk4/s200/Leonard%2BCohen%2BDemocracy.jpg" height="200" width="196" /></a></div>
No es que yo tenga nada a favor de la democracia, que me parece una cosa así como proletaria y sudorosa y que, si nos lleva a alguna parte, será a un lugar poco selecto y lleno de familias con dos niños y coche verde, pero oye uno a Cohen recitar su canción y parece que el concepto se dignifica. Porque Cohen infunde verdadera solemnidad a ítems que en principio no la tienen, y lo hace escogiendo con tino de orfebre las palabras, inyectando en ellas la dosis justa de resultón cripticismo y recurriendo, de manera tan invariable como eficaz, a una parsimonia justo al borde de lo exasperante. Cohen nos enseña que hables de lo que hables, si lo haces suficientemente despacio y con una voz apropiadamente profunda (sin incurrir en guturalidades paródicas), el objeto de tu discurso ascenderá a la categoría de lo que merece la pena, caerá sin remisión en el saco de lo que amamos. La eficacia de la maniobra depende de cómo se jueguen las cartas, que es como decir de quién lo haga: en este caso, como en tantos otros, el cantante es tan importante como la canción. Si la chica de Amaral entona histriónicamente la palabra “Tiananmen”, aparte de grima, a uno le dan ganas de pilotar un tanque y llevarse por delante a tres o cuatro estudiantes chinos. Si Cohen la dicta del modo en que acostumbra, con la pausa y la firmeza que requieren los guisos caseros y los polvos de despedida, de repente Tiananmen es algo que me importa, de repente resulta que los chinos se dejaban matar por una causa que tenía algún sentido y de repente la democracia, en fin, es una circunstancia deseable.<br />
<br />
La democracia sólo es un estado de las cosas reivindicable allá donde las cosas están en otro estado: no es muy distinta del amor, por ejemplo, material poético de primera pero contingencia vital problemática como ninguna. No es posible poetizar el amor pleno o la democracia consumada sin que el almíbar de la obviedad lo inunde todo y nos ahogue, a no ser que lo hagamos en clave de comedia absurda. A la democracia, además, hay que cantarle muy despacio para que todo funcione: el amor, por su cualidad hormonal y emotiva, sí acepta ganchos pegadizos y estribillos saltarines. Y, como decimos, hay que trovar siempre a su ausencia, a la del amor, a la del gobierno popular: la canción de la democracia es elegíaca por fatalidad y por definición. Cohen se lamenta por la falta de democracia en los lugares a los que no ha llegado y sobre todo en aquellos en los que pretendidamente sí existe, que es como llorar, tan despacio como a uno le es posible, el desamor o el amor falso. Temas, sí, folclóricos hasta el extremo, pero es que la tradición no es sino un compendio de obsesiones intemporales, y ya me dirán ustedes qué hay menos perecedero que eso del querer y no tener o haber perdido. Lo de Cohen, en el fondo, es copla de la de toda la vida, pero en fino y en judío: con una bata de cola uno puede presentarse sólo en ciertos sitios, pero todos convendrán conmigo en que con un Holocausto bien documentado a cuestas se va a cualquier parte.<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Publicado originalmente en el especial sobre Leonard Cohen de <a href="http://standdart.com/"><i>Standdart</i></a>
</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-24949905328430702712012-11-06T17:02:00.002+01:002015-03-17T11:36:47.736+01:00Vacas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-TZaMmW9mSQk/UJkzyLTHLuI/AAAAAAAAAXU/GRU7NFUgOIo/s1600/Vacas%2B4.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-TZaMmW9mSQk/UJkzyLTHLuI/AAAAAAAAAXU/GRU7NFUgOIo/s200/Vacas%2B4.jpg" height="177" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
Si tengo que escoger entre el ganado cimarrón y el ganado
estabulado, me quedo con el segundo sin ningún género de dudas. Un caballo
percherón luce muy bonito piafando sobre una loma, pero todos estaremos más
seguros si se le confina en un recinto adecuado. Esta afirmación cobra especial
sentido cuando hablamos de animales provistos de esos hirientes apéndices
llamados cuernos. Puede resultarnos muy divertida la imagen del pastor
persiguiendo, taburete y cubo en mano, a la vaca por el prado con el propósito
de ordeñarla, pero la vida será más fácil para todos si el voluminoso animal
reside en una casita oportunamente acondicionada para alojar rumiantes.<br />
<br />
Hemos heredado un planeta hermoso y nuestra obligación no es la de preservar
esa hermosura, sino la de mejorarlo, y en el mundo ideal de mis sueños los seres
potencialmente peligrosos están separados de mí por un foso o más de tres
pulgadas de metacrilato. Si no son capaces de donar su leche y su miel
civilizadamente, y a todas luces parece que en efecto no lo son, habrá que
tomar medidas para que la situación siga siendo sostenible, la botella aparezca
cada mañana junto a mi puerta, el campo sea un lugar seguro por el que pasear
junto a alguien y al ganadero una vaca no le arranque los cojones de una coz
cuando este le eche mano a las ubres, y para ello lo más seguro es atarle las
patas.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Por supuesto que quiero que el día de mañana mis hijas
puedan ver caballos, bueyes y todo tipo de fauna (espero que a mis hijos no les
dé por esas sensiblerías y estén jugando al fútbol y a la guerra), pero para
eso se crearon las granjas escuela y los parques zoológicos. La historia del
mundo es la historia de la lucha de especies y nosotros hemos ganado la pelea:
ocupemos con orgullo la cúspide de las pirámides legal y alimenticia y pongamos
un poco de orden en el patio antes de que haya un disgusto, sin crueldad pero
con la mano firme que se hace necesario exhibir para tratar con las bestias.
Porque a ver si os creéis que una piara de gorrinos iba a tener compasión de
vuestros hijos lactantes si se los encontrasen a la salida de un bar de moda.<br />
<div style="text-align: right;">
</div>
</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-49453257099842376902012-10-31T09:29:00.000+01:002015-03-17T11:37:47.232+01:00Dinero<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-IWAbOZ4h9nc/UJDhK-ilH8I/AAAAAAAAAWo/z5NsHPrzTY0/s1600/Dinero.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-IWAbOZ4h9nc/UJDhK-ilH8I/AAAAAAAAAWo/z5NsHPrzTY0/s200/Dinero.jpg" height="192" width="200" /></a></div>
El tintineo de unos céntimos en el platillo del mendigo cojo activa, como la campana del perro de Pavlov, alguna conexión dormida en mi cabeza y me hace pensar en lo redundante del hecho de que existan las monedas, fraccionarias o no. Desde que el hombre abandonó el franco trueque e introdujo, no sé, los sestercios en el protocolo comercial, la vida ha ganado en impostura y ha perdido en transparencia y en naturalidad. El tener se ha convertido en una metáfora del tener y la riqueza en un concepto abstracto y al mismo tiempo cuantificable, que es una cosa a la que seguro que los matemáticos llaman de alguna forma. En los viejos tiempos podíamos tasar nuestra grandeza utilizando el sistema métrico: las tierras, el trigo e incluso las vacas que uno poseía eran perfectamente expresables en metros cuadrados o cúbicos. Alguien ha conseguido que renunciemos a lo tangible, y probablemente a lo real, y que nos conformemos con exhibir e intercambiar trocitos de papel, como si la vida fuera un gigantesco Monopoly. Es como si de repente nosotros tampoco fuésemos nosotros, sino una especie de 'clicks' de Playmobil a medida del universo económico de bolsillo que hemos creado. Lo que siempre fue un acto físico (trocar o robar alimentos u objetos que nos resultaban necesarios para sobrevivir o nos hacían disfrutar de la existencia) se convierte en un gesto simbólico que en ocasiones ni siquiera precisa de la mediación del billete bancario o la calderilla. Hemos asumido el estado de las cosas hasta el punto de que la mera posesión del dinero como tal, o la constancia de que disponemos de una determinada cantidad en la cuenta de ahorro, aunque no tengamos la intención de comprar con ella nada útil, nos hace tan felices como en el pasado lo hubiéramos sido si nos entregan una choza y cuatro bueyes, y lo hemos asumido todos, incluso aquellos a quienes las circunstancias han dejado al margen del sistema. Porque si al mendigo del plato le doy un par de euros se deshace en reverencias y bendiciones, pero si le pongo en los brazos una gallina lo mismo me persigue a muletazos hasta casa.<br />
<div style="text-align: right;">
</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-27340215738579086632012-10-17T14:16:00.000+02:002015-03-17T11:38:12.149+01:00Ortodoxia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-JKSed8F_IXs/UH6gq7g34iI/AAAAAAAAAWI/oPJ9oyI0KBA/s1600/Cujo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-JKSed8F_IXs/UH6gq7g34iI/AAAAAAAAAWI/oPJ9oyI0KBA/s320/Cujo.jpg" height="320" width="209" /></a></div>
Si coges <i>La casa de Bernarda Alba</i>, cambias a Bernarda por
un travesti y metes tres chistes de pedos, tienes una película de Almodóvar. Si
coges <i>La casa de Bernarda Alba</i>, cambias a Bernarda por un San Bernardo
rabioso y a sus hijas por un grupo de habitantes de Connecticut, tienes <i>Cujo</i>,
de Stephen King. No recuerdo qué teórico sostenía que el número de situaciones
dramáticas es limitado y que narrar viene a ser repetir una y otra vez los
mismos esquemas, pero coincido con él en que contar una historia es contar otra
vez la historia de siempre: tenemos en la cabeza algo parecido a un croquis de
cómo deben ocurrir las cosas y nos gusta que quien venga se limite a completar
los espacios en blanco. Cuando un perturbado o visionario los rellena con
material poco corriente, decimos que ha nacido una vanguardia: entonces nos las
damos de sinceros y aseguramos que no entendemos nada o nos ponemos la medalla de
que lo comprendemos todo. Al poco, las aguas vuelven a su cauce y el género
humano al confort de lo ya sabido, o por lo menos eso es lo que ha venido pasando
hasta ahora.<br />
<div class="MsoNormal">
<br />
Supongo que este mecanismo es el que hace que los niños exijan que les cuenten
siempre el mismo cuento y reaccionen con desconcierto o ira si uno cambia aquí
o allá algún detalle, porque si no ya me explicarán a qué responde tan rígida
conducta, confirmada por siglos de observación pediátrica. Tratemos con menores
o con adultos, proceder contra natura puede ser doloroso, y aunque llega un
momento en que la experimentación es necesaria para avanzar, lo mejor es
asentarla sobre las bases de lo mil veces probado. La moraleja de todo esto es
que, si queremos que la obra de arte que tenemos entre manos funcione, haremos bien
en ceñirnos un corsé de ortodoxia bajo la camiseta de la innovación y sacar un solitario
pie del tiesto, con el otro bien plantado en tierra fértil. Con eso suele
bastar, y con tener los cuatro conceptos básicos claros, algo que no siempre
ocurre. Porque Almodóvar cree que una menopáusica que se tira pedos es poesía,
y todo el que ha leído a Becquer sabe que las cosas no son así.<br />
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</div>
</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-67237509744414809842012-10-15T10:19:00.003+02:002015-03-17T11:38:32.188+01:00Tenis<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-cwhSXwaAVq8/UHvWXtq9HbI/AAAAAAAAAV0/dBlk9_Sxffs/s1600/Tenis%2B1%2B%25283%2529.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-cwhSXwaAVq8/UHvWXtq9HbI/AAAAAAAAAV0/dBlk9_Sxffs/s320/Tenis%2B1%2B%25283%2529.jpg" height="294" width="320" /></a></div>
El tenis será todo lo deporte de caballeros que se quiera, pero uno cierra los ojos durante un partido y lo que oye, al margen del cloc rítmico del choque de raquetas y pelotas, es una sucesión de gritos selváticos. Gritan los jugadores, grita el árbitro y gritan, tan inarticuladamente como los demás, los jueces de línea. Los centenares, miles de miembros del distinguido público son obligados, en cambio, a guardar un temeroso silencio: no sólo a no gritar selváticamente, sino también a no reírse de los gritos ajenos, a no toser, a respirar sólo cuando toque y sin ostentaciones.<br />
<br />
Unos (pueblo, al fin y al cabo) callan como aristócratas tras cita galante y otros (élite millonaria, carne de club de tenis) se conducen como ese energúmeno que anima con gutural ímpetu el <i>Mambo nº 7</i> de Pérez Prado. Una inversión de papeles que recuerda a una suerte de gala de Carnaval reglada y absurda, que en esta época protagonizan actores como Novak Djokovic, en el papel de perfecto animador de boda de barrio, o nuestro Rafael Nadal, que se atavía como un nativo de las islas Fidji e invierte gran parte del tiempo que pasa sobre la pista en trastear con la goma de su ropa interior, en un gesto parecido al de un indígena del Amazonas que se sintiera incómodo con los primeros calzoncillos que le obligan a usar en el mundo civilizado.<br />
<br />
Todo pose, todo posturas para la foto y todo, a la postre, liberadora máscara. Los de la grada, dejando a un lado a las celebridades presentes y a los inquilinos de las localidades más caras, siguen siendo plebe y los de la pista no dejan de ser gente educada y de bien, que, pese al circo y la parafernalia silvestre, arregla sus diferencias manteniendo una prudente distancia y metiendo una red por medio. En el tenis, la tecnología (la red, la raqueta) se interpone entre el hombre y su animalidad. El instinto de golpear la bola, que ni siquiera es el enemigo, sino apenas la redonda metáfora de este, queda mediatizado, suavizado por la presencia de esos dos objetos. No te pego a ti, ni siquiera toco tu pelota: empuño una raqueta, que es a la vez el agente último de la agresión y el gestor diplomático de mi ira. Es normal que con tanta pijada a uno le entren ganas de aullar como un mandril.<br />
<div style="text-align: right;">
</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-51909313106496602522012-10-07T16:17:00.000+02:002015-03-17T11:38:52.838+01:00Camarón en Estocolmo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-D4KAZ0ADpb0/UHGSiqgyeBI/AAAAAAAAAUo/DssuwA0p8jc/s1600/Gitanos%2B1.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-D4KAZ0ADpb0/UHGSiqgyeBI/AAAAAAAAAUo/DssuwA0p8jc/s320/Gitanos%2B1.jpg" height="253" width="320" /></a></div>
No hay nadie que con dos copas encima sea capaz de negar que
si dice que le gusta el flamenco es por una sola razón: porque los gitanos le
dan miedo. Que sí, que vale, que ver a un fulano llorando anacolutos en una
silla de enea puede tener su gracia y su interés antropológico, pero de ahí a
que a uno le entre por la oreja lo que canta va un trecho. Es algo parecido a lo
que pasa con el ‘blues’ primitivo: no el que los blancos (y los negros que
querían ser como ellos) domesticaron y masticaron en los sesenta, sino el de
antes. Robert Johnson grabó unas canciones rasposas e indisfrutables por el oído
humano, pero, cojones, era negro, y a ver quién se pone delante de un hermano
de Harlem y se caga en sus raíces. Además, adornó su leyenda con historias
sobre pactos con el diablo, algo que siempre garantiza la transigencia de la
propia generación y de las futuras: nosotros no creemos en estas cosas, pero
las dejamos quietas por si acaso. Lo mismo pasa con el ‘hip-hop’, y cuando digo
que lo mismo pasa quiero decir que es otra mierda, pero por algo los MC del
ramo se preocupan de consignar en sus rudimentarias letras que llevan pistola y
son de gatillo fácil, además de tener la piel tirando a café con leche. Que si
yo he escrito lo que aquí pone es porque me consta que 50Cents no sabe leer y
no se va a enterar de que lo he dicho: si no, otro gallo nos cantara, mejor o
peor que él.
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Se entiende que todo esto es atávico, una cosa cocinada en
el genoma al fuego lento de los milenios: los gitanos de hoy no van a venir a
ajustarnos las cuentas porque difícilmente van a encontrar el camino a la
civilización desde sus poblados, y los negros no son peligrosos porque están
demasiado ocupados intentando que les dejen sentarse en la parte de delante de
los autobuses como para pasar a reivindicaciones secundarias, como la de que se
aplaudan sus ancestrales gorgoritos. Pero, por difuso que sea, el pavor que
infunden sigue ahí, dando lugar tanto a genocidios como a reportajes a cuatro
páginas en el <i>Rockdeluxe</i>. Es muy
fácil decir que no os gusta Madonna, porque ella, como sus equivalentes del
ayer, no tiene dos hostias y sus 'fans' (homosexuales de mediana edad,
exclusivamente) son gente centrada que no tira de 'spray' de pimienta o tronchapitos
así por las buenas. Pero atreveos con los jinchos y con los morenos, que llevan
el peligro pigmentado en la piel, como las avispas. Y sí, ahora alguien dirá
que con Camarón se le ponen los vellos de punta y que el sonido de un dobro del
Misisipi le hace cerrar los ojos y oler los campos de algodón del viejo Sur. No
voy a ocultar que a mí también me pasa, pero seguro que eso tiene un nombre y está
relacionado de alguna manera con el síndrome de Estocolmo.</div>
Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-50119107318191340432012-09-12T09:54:00.000+02:002015-03-17T11:39:18.930+01:00MTV<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-PD4e01caTN8/UFA-qQH4PtI/AAAAAAAAATs/C019NePTpbA/s1600/Vaquerizo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-PD4e01caTN8/UFA-qQH4PtI/AAAAAAAAATs/C019NePTpbA/s200/Vaquerizo.jpg" height="181" width="200" /></a></div>
La MTV ha cambiado y, en lugar de emitir sin interrupción
videoclips que ilustran éxitos de radiofórmula con imágenes de chicas en
actitud insinuante, hace lo propio con ‘realities’ en los que las referidas
chicas van más allá de la insinuación gestual y entablan relación física con
varones de mentalidad similar a la suya. Esto supone un avance y una adaptación
al signo de los tiempos: dejamos atrás a la mujer como icono pasivo y objeto de
deseo y le damos voz y papel en el televisado teatro de la vida. De la mujer
florero a la mujer flor, que crece y se abre, curiosa y receptiva, al entorno.
Lo que no sé es cómo encaja en todo esto el nombre de la MTV, con esa eme
inaugural y mayúscula que significa “música”, pero tampoco lo tenía muy claro
antes, porque en la mayor parte de los casos las canciones que ponían guardaban
sólo una relación tangencial con tan excelso arte sonoro.<br />
<div class="MsoNormal">
<!--[if !supportLineBreakNewLine]--><br />
<!--[endif]--></div>
<div class="MsoNormal">
Uno de los ‘realities’ estrella de la actual MTV ha sido
bautizado con el turbador título de <i>Embarazada
a los 16</i>. Cuando una flor se abre al entorno y le da muestras de
receptividad suelen pasar estas cosas, y la MTV, que es testigo y fedataria de
los hechos que conforman nuestra época, no podía sino dejar constancia de ello.
Ojeando la parrilla de la cadena, vemos que en su fuego se cocina otro espacio
llamado <i>Teen mom 3</i>, que presuntamente
aborda una temática similar, aunque no estoy seguro de que no se trate del
mismo, rebautizado así para captar a un público anglófilo. A este programa le sigue el ‘reality’ <i>Ya no estoy gordo</i>, cuyo nombre arroja
suficientes pistas acerca de los pormenores de su argumento. También está ese
otro sobre la vida en común de Alaska y Mario Vaquerizo: es una reposición de
hace dos o tres años, pero no importa, porque hay personas eternas que son a la
vez el ayer y el hoy, la flor y el florero, la adolescente y la madre y el
antes y el después del régimen de adelgazamiento.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
En España siempre hemos ido con retraso en estas cosas y tradicionalmente
recibíamos las novedades culturales cuando en sus focos de origen habían dejado
de serlo hace tiempo, de manera que bastaba con encender la parabólica para ver
el futuro, es decir, para enterarse de qué tendencia era la que imperaba en la
poderosa América y nos iba a apabullar pasado mañana, pero la globalización y
la TDT parecen haber cambiado las normas y hoy la ciencia y el progreso llegan
a la vez a todos los rincones del universo. Vivimos, por lo tanto, en la zozobra
y cualquier predicción acerca del porvenir será arriesgada, en lo que se
refiere al mundo y en lo que se refiere a su reflejo en la MTV, cuyos
contenidos de 2015 son ahora mismo un arcano. Según la lógica bíblica, a la
Sodoma y Gomorra de ‘atrezzo’ en la que audiovisualmente habitamos debería
seguirle una lluvia de fuego de guardarropía, pero vaya usted a saber. Yo,
precisamente porque la incertidumbre es el signo de los tiempos, auguro una
explosión definitiva del ya pujante fenómeno de las pitonisas. Es sólo una conjetura
sin mayor fundamento: tres años son muchos y ni siquiera es del todo seguro que
Alaska vaya a estar con nosotros para entonces.</div>
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Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-80104741041423428942012-09-03T12:39:00.000+02:002015-03-17T11:39:34.527+01:00Screenplay by<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-znKYdpBsmRc/UESJSwbP_CI/AAAAAAAAATE/9SgxFReF0os/s1600/Ukelele.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-znKYdpBsmRc/UESJSwbP_CI/AAAAAAAAATE/9SgxFReF0os/s200/Ukelele.jpg" height="200" width="200" /></a></div>
Lo que hace que las películas resulten más redondas y creíbles que la vida, al margen de la pericia canónica de los guionistas, generalmente escrupulosos con aquello del planteamiento, el nudo y el desenlace, lo que hace, decía, que la película del sábado por la tarde funcione mejor que el propio sábado por la tarde, es la música. O más bien: la adecuación de la música a lo que en cada instante ocurre. En una película, por mala que sea, oiremos música más o menos siniestra cuando sale el malo, música de follar cuando toca follar y música trepidante en los minutos de acción. En la vida real no impera esa lógica y lo más probable es que la agonía de tu abuela se vea amenizada por el reguetón de la vecina de abajo. A las verdaderas rupturas amorosas nadie les pone violines melancólicos y durante las mismas uno sólo oye el runrún de sus negros pensamientos, lo cual, hay que admitirlo, hace que el trascendente momento se parezca a un anticlímax de Lars Von Trier. Con los hitos bélicos ocurre tres cuartos de lo mismo: sin una fanfarria que ayude a clarificar las cosas, uno no sabe si el neutralizar en solitario un nido de ametralladoras es una hazaña o una gilipollez, y lo malo es que los agazapados infantes de marina que ejercen de público tampoco, y así es difícil que recompensen tu arrojo con su aplauso y su respeto. Siempre nos queda el recurso de canturrear entre dientes para ambientar la escena, pero eso nos desconcentraría al avanzar hacia el búnker granada en mano, irritaría aún más a la chica que nos está dando boleto y sembraría el desconcierto entre los testigos del último aliento de la yaya, que seguramente estén acostumbrados a gestionar su aflicción siguiendo procedimientos no musicales. Es una lástima que los días no vengan con auriculares y una lista de Spotify adjunta, como en el cine hay sonido cuadrafónico para amplificar las calculadas intervenciones de la orquesta: una banda sonora bien dosificada subraya las acciones y justifica todas las poses, y una película sin música resulta sosa y ambigua por parecerse demasiado a la vida, que poco más o menos consiste en tratar de romper un silencio incómodo.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-30209337957862678322011-06-27T17:40:00.003+02:002011-06-27T17:54:23.802+02:00Pronto en su ciudad<OBJECT id=BLOG_video-c875c122e510b685 class=BLOG_video_class width=320 height=266 contentId="c875c122e510b685"></OBJECT>Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-49001102945211446622008-09-01T16:18:00.002+02:002011-09-29T17:55:08.317+02:00Protagonista<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/6964/3684/1600/Protagonista.16.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://photos1.blogger.com/blogger/6964/3684/200/Protagonista.16.jpg" border="0" alt="" /></a><br />Me siento muy incómodo en el teatro y los conciertos porque noto que los actores y los músicos me roban protagonismo. Trato de llamar la atención del respetable con aspavientos y gritos estentóreos, pero en los grandes auditorios hay mucho follón y no siempre lo consigo. Para colmo, el servicio de seguridad de estos establecimientos suele tratarme con bastante descortesía y rara vez me deja expresarme con libertad y lucir mi talento al cien por cien.<br /><br />Con los niños tengo más o menos el mismo problema: todo el mundo los mira y les hace cucamonas y se olvida de que yo estoy allí, vestido con mis llamativas ropas, improvisando ingeniosos comentarios y entonando variados e irresistibles cánticos. El gran público, que no está educado, disfruta con las cosas más tontas y, en general, porque algún éxito sí que he tenido, no sabe apreciar lo realmente sofisticado y bueno.<br /><br />Los parroquianos y habitantes de los bares y hogares con televisor se empeñan en atender a los comentaristas de los partidos de fútbol o a los locutores de los informativos en lugar de hacerme caso a mí, que les puedo ilustrar con mucha más solvencia sobre las sutilezas tácticas del balompié y la situación política internacional que estos bien pagados profesionales. De nada sirve que yo alce la voz o dibuje croquis explicativos en un folio o una servilleta de papel: sólo les oyen a ellos, e incluso parecen molestarles mis por lo general atinadas intervenciones y hasta mi simple presencia.<br /><br />Los viandantes dan generosas limosnas a los pedigüeños ancianos o tullidos y en cambio se cruzan de acera cuando yo los abordo con mi hucha, mi estudiada sonrisa y mis pasos de claqué. Las muchachas en edad de merecer y las ajadas bellezas otoñales se enamoran de las estrellas de cine y los boys de discoteca y rechazan mis galantes ofertas por mucho que hayan bebido, a pesar de que yo mantengo mi torso depilado y ungido con aromáticos aceites y empleo para dirigirme a ellas el más seductor de mis acentos franceses.<br /><br />Quiero ser protagonista, centro de todos los comentarios y objeto de la pasmada atención de la concurrencia, pero Occidente ha perdido sus referentes estéticos y dirige su bizca mirada a donde no debe: a los falsos profetas, a los ídolos con pies de barro que lo ponen todo perdido porque no saben para qué sirve esa esterilla que hay en la puerta y a los niños, que por definición son bajitos e inmaduros, no tienen estudios ni criterio y por tanto están lejos de ser un buen ejemplo para los otros niños ni para nadie.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com95tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-73161411239415207282008-09-01T12:58:00.002+02:002011-09-29T17:55:41.230+02:00Tarzán<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/6964/3684/1600/tarz%3F%3Fnll2.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://photos1.blogger.com/blogger/6964/3684/320/tarz%3F%3Fnll2.jpg" border="0" alt="" /></a><br />De todos los personajes históricos que conozco, Tarzán es mi favorito. Siempre he querido pasearme por ahí dando gritos en taparrabos. He podido cumplir mi deseo en alguna fiesta, pero la vida no es una fiesta, sino, en todo caso, una tómbola, y en las tómbolas el peluche grande siempre le toca a la señora gorda de al lado. Este mundo es un mundo para hombres duros, y no creo que nadie vaya a discutirme a estas alturas que Tarzán era un hombre duro. <br /><br />Tarzán era un héroe todoterreno que igual se pegaba con los gorilas de la niebla que escalaba rascacielos en Manhattan. Tarzán era más nativo de la selva que los nativos de la selva y más señor que muchos truhanes que conozco. Tarzán no bebía ni fumaba. No salía de noche. No tomaba drogas. No. Lo de Tarzán tenía mucho mérito. No sé si han intentado ustedes matar un cocodrilo con las manos o ir de un punto ‘A’ a un punto ‘B’ saltando de liana en liana. Por ejemplo. Prueben. Ya me contarán.<br /><br />Hay más. Tarzán consiguió ligar en la selva, con lo difícil que estaba la cosa antes del boom turístico. Tarzán fue el primer metrosexual de la historia: siempre iba perfectamente depilado, aunque nunca se le vio hacerse la cera. Creo. No sé si el secreto de su éxito con las nenas estaba en la depilación o en la educada rudeza con que las trataba. Porque Tarzán no era de esos conquistadores que seducen y abandonan: cuando encontraba a una mujer que le hacía caso, la tomaba como esposa y fundaba una familia.<br /><br />Tarzán es el único hombre que ha impedido a sus hijos que vayan al colegio sin que se le echen encima los servicios sociales. Tarzán es la prueba de que no hace falta estar alfabetizado para tener éxito en la vida. El que alfabetiza a sus hijos les priva de la oportunidad de llegar a ser Tarzán. Cada uno tiene derecho a educar a sus hijos como quiere, y lo mejor para que el niño desarrolle una personalidad ruda, que tantos éxitos le proporcionará con las mujeres de la selva, es no alfabetizarloCamilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-13418510999628192592008-08-28T12:29:00.002+02:002011-09-29T17:56:05.701+02:00Cirugía<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/6964/3684/1600/cirug%3F%3Fa.6.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://photos1.blogger.com/blogger/6964/3684/320/cirug%3F%3Fa.6.jpg" border="0" alt="" /></a><br />Estoy a favor de la cirugía estética y reparadora: debemos reparar los errores que ha cometido con nosotros la Madre Naturaleza. Uno no puede ponerle buena cara al mal tiempo si no tiene una buena cara. Me parece bien que quien quiera inyectarse silicona lo haga y que quien necesite retocarse la nariz le dé carta blanca para ello al cirujano. Creo que operarse debería ser gratuito y, en algunos casos, obligatorio: este mundo es demasiado feo como para que nosotros lo empeoremos con nuestra jeta. <br /><br />La cirugía estética es buena para todos. Después de una operación, tanto el paciente como el médico están más a gusto consigo mismos. Al médico le saluda con más respeto el director de su sucursal bancaria y al paciente los niños no le insultan por la calle. Yo no me he operado, sólo hablo de oídas, y por eso no sé si, tras la intervención, te dan el trozo de nariz que te han quitado en un bote con formol o se limitan a pasarte la factura y a despedirte con una palmadita en la espalda. A nadie le viene mal una palmada en la espalda o en el hombro de vez en cuando: yo habría sido un adolescente más feliz si me hubieran administrado alguna que otra a su debido tiempo.<br /><br />Nadie es buen cirujano de sí mismo. Tratar de arreglarse las orejas en el cuarto de baño con un cuchillo afilado y unas vendas es peligroso y probablemente no dé buenos resultados. Uno siempre debe ponerse en manos del mejor profesional que pueda permitirse, si es que puede permitirse ponerse en manos de un profesional: el nivel entre los cirujanos amateur está subiendo, pero todavía no se puede decir que operarse en una peluquería sea muy seguro.<br /> <br />Antes de los cuarenta uno tiene la cara que le ha tocado en suerte y después tiene la que puede pagarse. Todo el mundo estará de acuerdo conmigo en que es mejor ser rico que ser pobre y ser guapo que ser feo. La belleza y el dinero abren muchas puertas: los que las han cruzado afirman que al otro lado hay más belleza y más dinero, que sirven para abrir nuevas puertas. Etcétera. Si usted es cerrajero, lo suyo es que se opere cuanto antes: le recomiendo que se ponga en manos del mejor profesional que pueda permitirse.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-57942328305716291152008-08-20T15:59:00.001+02:002011-09-29T17:57:21.074+02:00Fiestas<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/6964/3684/1600/artificiales.21.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://photos1.blogger.com/blogger/6964/3684/200/artificiales.jpg" border="0" alt="" /></a><br />En verano nuestra geografía se llena de alegres fiestas durante las cuales la gente bebe y se pelea y le arranca la cabeza a un pollo vivo o le tira bengalas a un toro manso: en España sí que sabemos divertirnos. Todavía no hemos abandonado la ancestral costumbre de ir armados a los guateques, y cuando uno tiene un arma termina usándola, sobre todo si se ha metido entre pecho y espalda tres litros de vino dulce y un mozo del pueblo de al lado intenta quitarle la novia, que también ha bebido y se ha convertido en el centro de atención y oscuro objeto de deseo de toda la verbena y de toda la comarca. En todas las peleas en que he intervenido, la cosa ha seguido el mismo patrón: en algunos casos me ha tocado hacer de novio celoso, en otros de mozo del pueblo de al lado y en los menos de novia que ha bebido, pero eso era cuando todavía tomaba alucinógenos.<br /><br />Por lo que pueda pasar, nunca le dirijo la palabra a las amigas de los tíos que tienen patillas de bandolero, ya que éstos tienden a tirar de navaja con bastante facilidad. Yo mismo me he dejado patillas para intimidar a los posibles rivales amorosos, y estoy intentando convencer a mi novia para que se las deje ella también, más que nada para despistar un poco. Cuando uno llega vivo a cierta edad aprende a comportarse en las verbenas y las fiestas patronales: hay una serie de reglas no escritas que nadie va a enseñarte y que uno deduce por el método de ensayo y error. Lo más sensato es quedarse en casa y no acudir a estos eventos, pero es que he nacido en el Mediterráneo y la sangre me tira mucho.<br /><br />En el sofisticado Manhattan la gente no suele llegar a las manos y soluciona las cosas a base de miradas llenas de desprecio y mordaces comentarios entre canapé y canapé, pero nosotros no vivimos en Nueva York ni asistimos a ‘parties’ en las que el políglota camarero se pasea entre los invitados con una bandeja de ‘delicatessen’ en cada mano. En la fiesta de la cosecha puede uno ensayar sus despectivas miradas y prodigar sus ácidas pullas, pero lo más probable es que eso termine por cabrear a algún tipo con patillas que acaba de arrancarle la cabeza a un pollo, y yo prefiero no enfrentarme con rivales de esa talla ni de ninguna otra, a no ser que esa otra talla sea mucho más pequeña que la mía, y tener la fiesta en paz, si es que tal cosa es posible.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com43tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-4907425132267966142008-06-22T17:26:00.004+02:002011-09-29T17:58:47.833+02:00Polillas<a href="http://2.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/SF5wfvjHEmI/AAAAAAAAAH8/sOjo8Mo49vc/s1600-h/Polilla+6.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://2.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/SF5wfvjHEmI/AAAAAAAAAH8/sOjo8Mo49vc/s200/Polilla+6.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5214729109183599202" /></a><br />Dejé vivir a la primera que vi en el salón. No me molestaba en absoluto: era una especie de mariposa proletaria, un invertebrado honesto y discreto. Cuando empezó a haber más decidí atraparlas en un bote y soltarlas por la ventana. De este modo mantenía mi conciencia tranquila y la casa libre de bichos. Después colonizaron la cocina. En la cocina hace falta higiene y las polillas no son unos insectos especialmente limpios. Por más que yo les brindaba una salida digna —la ventana— ellas seguían apareciendo por todas partes, así que tuve que tomar medidas extremas: rocié de veneno la despensa y pasé tres días con fiebre y temblores en la cama. Desde entonces las mato con saña y un periódico enrollado. A veces la crueldad con los animales es necesaria.<br /><br />El que haya polillas implica la existencia de gusanos y crisálidas. Espero no encontrarme con ninguna crisálida que me hile con su seda un jersey de asco infinito. También espero que los gusanos no llenen mi ropa de agujeros. Las polillas copulan en las paredes y se dan la espalda para copular, como harían los viejos matrimonios si pudieran. Yo les pego con el periódico y mueren sin tiempo de preguntarse por qué ni de encomendarse a nadie —aunque a juzgar por las que aún quedan siempre que cae una nace otra que ocupa su lugar—. Mi psicoanalista me ha recomendado que no le dé importancia a la cosa y que la acepte como una consecuencia inevitable de la primavera, pero estamos en verano y creo que lo más lógico es pensar en una plaga bíblica.<br /><br />Por supuesto que ya no me parecen mariposas ni proletarias. Las incluyo en la misma categoría biológica que a las chinches y en la misma categoría social que a los flautistas callejeros. No sé qué diablos comen, pero seguro que es algo que yo he ganado con el sudor de mi frente. Ayer desarticulé uno de los nidos y apliqué a sus integrantes una arbitraria ley antipolillas. He comprado una bolsa con bolas de naftalina y he formado un círculo con ellas a mi alrededor en medio del dormitorio. Según la tradición una polilla no puede entrar en ese círculo, pero dudo que éstas conozcan la tradición o tengan la intención de respetarla.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com32tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-55753764297229660892008-01-31T20:03:00.008+01:002011-09-29T18:00:42.152+02:00Certezas<a href="http://1.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/R6IgQTnHRPI/AAAAAAAAAHs/0zRk42r3-NU/s1600-h/diana+11.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5161723587434333426" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/R6IgQTnHRPI/AAAAAAAAAHs/0zRk42r3-NU/s200/diana+11.jpg" border="0" /></a><br />Soy infalible, como Dios, que no inflable, como los globos, y por esa sólida e incontestable razón me puedo permitir el lujo de tener absolutas certezas sobre temas acerca de los cuales los demás no albergan sino hondas dudas que en los más de los casos los atormentan y no les dejan quedarse dormidos hasta bien entrada la madrugada, con el consiguiente e inmediatamente posterior menoscabo en su rendimiento laboral matutino. Puedo predecir, por poner un ejemplo, y con una exactitud que si no me lo impidiera la modestia no dudaría en calificar como asombrosa, todo lo que va a suceder a cinco minutos vista en cualquier película española o americana de cierto presupuesto aunque la esté disfrutando por primera vez: eso me ha llevado a ganar algunas nada despreciables sumas de dinero apostando con mi compañero de butaca y también ha hecho que el impaciente acomodador, a instancias de la parte más quisquillosa del resto del público, me eche con cajas destempladas de dos o tres salas de cine de cuyo nombre no quiero acordarme.<br /><br />Es duro saberlo todo, ya que termina uno viéndose obligado a cargar con una no sé si merecida fama de repelente y granjeándose las antipatías de muchos hombres honestos con los que quisiera llevarse bien y salir a tomar copas en condiciones de igualdad y jugar a los acertijos con la emoción que le da a la cosa el no estar seguro de quién demonios va a salir victorioso en la partida. La gente es demasiado democrática y amante de la muy manida libertad, de la casi siempre pegajosa fraternidad y en especial de la horriblemente injusta igualdad, y por eso tiende a evitar a los que la superan de manera evidente en estatura y conocimiento del medio y a menospreciar o incluso humillar a quienes por razones genéticas o por culpa del cada día más deteriorado sistema educativo quedan por debajo de ella y la avergüenzan con sus comentarios no pertinentes y sus absurdas salidas de tono en reuniones de trabajo e informales saraos nocturnos: cuando los desempleados y entrados en años veteranos del barrio nos decían con aire paternal en los concurridos futbolines de media mañana eso de que en la mili no hay que ser ni el más listo ni el más tonto trataban de ilustrar precisamente el fenómeno que acabo de exponer, aunque juzgo muy improbable que fueran conscientes de que lo hacían y temo que se limitaran a repetir una resultona frase tópica que con toda seguridad habían aprendido durante su larga y forzosa estancia en el cuartel para cumplir con el mencionado y un millón de veces por ellos referido y exagerado servicio militar.<br /><br />Aquellos de ustedes que no hayan sufrido en sus carnes los rigores de la LOGSE y dominen por lo tanto las oraciones interrogativas se estarán preguntando cómo es posible que si siempre acierto y nunca me equivoco me halle aquí dirigiéndoles la palabra a cambio de una retribución que un pobre de solemnidad tacharía de mísera y un ciudadano de clase media definiría como simbólica en vez de aprovechar el universo de posibilidades que me abre mi don y correr a cobrar el dineral que he ganado con las quinielas y comprar con él enormes yates en cuya semidesnuda cubierta retozar durante interminables horas cual tierno infante o gorrino asilvestrado y jugar con los verdes billetes que la Casa de la Moneda imprime para mí a modo de homenaje y en edición personalizada. La respuesta es tan sencilla como una canción de los Cuarenta Principales, pero a pesar de ello o tal vez precisamente por serlo da una muestra más de hasta dónde llegan cuando la ocasión lo requiere mi elefantiásica grandeza y mi cuasi omnímodo poder: de entre todas las perlas de sabiduría que atesoro en el disco duro de mi cabeza la que prefiero y contemplo con más asiduidad es la que me permite saber qué preguntas son las que no debo hacerme jamás para seguir manteniendo mi fabuloso récord y no perder mi condición de adivinador infalible, y les adelanto que las relacionadas con rifas y sorteos de otro tipo, predicciones bursátiles y deshojamientos amorosos de margarita ocupan un destacado lugar en el abultado y jamás menguante montón en que éstas se agolpan de la manera más promiscua y desordenada que uno pueda alcanzar a imaginarse y que ya ha llenado mi habitación y amenaza con crecer y crecer hasta ocupar por completo mi casa y el mundo y el tiempo y arruinar el hermoso paisaje que le sirve de marco a mi envidiable y por tantos comentaristas tachada de excesivamente frívola y disipada vida.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com243tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-61897368794978504652007-12-29T10:03:00.001+01:002011-09-29T18:02:00.304+02:00Fútbol<a href="http://3.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/R3YOZV0JGNI/AAAAAAAAAHE/5DE48EyAP0E/s1600-h/subbuteo+3.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://3.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/R3YOZV0JGNI/AAAAAAAAAHE/5DE48EyAP0E/s200/subbuteo+3.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5149319052460103890" /></a><br />Dicen los ingleses, que son los que lo inventaron, que el fútbol es un deporte de nobles practicado por plebeyos, y a mí me parece que no les falta razón, pues por un lado eso de tratar a la gente y a los objetos a patadas siempre ha sido una cosa muy aristocrática y por otro la plebeyez de la mayor parte de los futbolistas que conozco por referencias o en persona es algo que está fuera de toda duda. Los mismos ingleses sostienen que en cambio el rugby, un juego paralelo al primero cuyas reglas ellos también se entretuvieron en fijar, es un deporte de patanes practicado por caballeros, y viendo la planta y la jeta de los jugadores no seré yo el que ose llevarles la contraria en esta afirmación ni en ninguna otra, sobre todo considerando que los caballeros acostumbran a tener estudios universitarios y por lo tanto son perfectamente capaces de averiguar con una rápida revisión de la cabecera de este texto cómo me llamo y con un par de sencillas reglas de tres dónde vivo.<br /><br />El futbolista medio no será un aristócrata, de acuerdo, pero tiene la ocasión de convertirse en un nuevo rico que además de disfrutar de la bendición del dinero goza de la equívoca caricia de la fama y algunas veces incluso la aprovecha: eso no le convierte en un gentleman pero le permite pagar a una legión de pelotas para que le repitan constantemente que lo es, justo lo contrario de lo que hacía el César al contratar bufones para que le recordaran entre tiento a la pata de cordero y mordisco al racimo de uvas que no era más que un simple mortal. Así, el popular deporte del balompié se puede convertir en un trampolín social para quienes lo practican, que en muchos casos pasan de jugar a las tragaperras en los billares del barrio a codearse con lo más florido de la ‘jet’ en exclusivas fiestas ibicencas, pero no en un medio de redención cultural: en los saraos de moda el futbolista se sigue comportando como el sencillo buscavidas que trataba de engañar al chico de la riñonera de cuero que da el cambio tras la ventanilla para sacarle unas monedas y echarse otra partida al Tetris, lo cual hace por cierto que se integre al instante con el resto de los poco cultivados ricachones y que encaje de maravilla entre ellos.<br /><br />Si la Naturaleza lo dota de una pierna musculosa con la que patear balones con la fuerza y colocación necesarias para hacer que la meritoria estirada del guardameta sea infructuosa, ya puede olvidarse uno de pasar largas tardes ante los áridos libros de texto y de preocuparse por aprender a leer, escribir y hablar como Dios manda, pues se hallará en condiciones de acceder a todos los lujos imaginables sin necesidad de poner en práctica estas mundanas habilidades: hay mucho odio y bastante envidia en mis palabras y en mi corazón, es cierto, y si les recitara en vivo y en directo el presente párrafo ustedes advertirían en el quebrado timbre de mi voz un inequívoco matiz de resentimiento y un deje triste y amargo, pero esta mi desoladora circunstancia no le resta ni un punto de verdad a mi aserto ni hace que la realidad sea ni siquiera un poco menos terrible.<br /><br />Con lo que un repeinado jugador del Madrid gana en un año yo podría montar un hospital en Biafra y vivir como un pachá durante una década con la pasta que me sobre. Para ello tendría que ponerme en evidencia contestando obviedades llenas de anacolutos en todas y cada una de las concurridísimas ruedas de prensa que se celebran después de los partidos, pero ese es el pequeño impuesto que hay que pagar para tocar el Cielo de los elegidos con las dos codiciosas manos: todo hombre tiene un precio, y yo estoy dispuesto a entregar en una bandeja de plata mi dignidad a cambio de la oportunidad de llevar una vida más placentera que la modesta pero honrada y por supuesto anónima existencia que hasta el momento vengo arrastrando por esos cafetines y esas bibliotecas y poder codearme con los ricos excéntricos y los artistas de variedades en la zona VIP de las discotecas donde atruena la inframúsica que pone banda sonora a las actividades sociales de la gente de posibles y aspirar a que un día ese desaseado sujeto con perro y flauta a quien bien los padres que lo concibieron una noche negra de tormenta o bien un enemigo cruel y traicionero con mano en el registro civil o la discográfica dieron en bautizar como Melendi me dedique una canción rebosante de llanos elogios que haga que mi nombre y mi imagen estén por lo que queda de siglo en los labios y en los sueños de todas las muchachitas.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com110tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-52830586855664999652007-11-29T16:22:00.001+01:002011-09-29T18:02:51.408+02:00Cánones<a href="http://1.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/R07bfT7bdqI/AAAAAAAAAG0/Eu3khQtsRnA/s1600-h/Venus+Milo+1.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://1.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/R07bfT7bdqI/AAAAAAAAAG0/Eu3khQtsRnA/s320/Venus+Milo+1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5138285555848279714" /></a><br />Pues yo a la Elsa Pataky la veo un poco demasiado fondoncilla. No es que me desagrade como objeto ornamental y mucho menos como ser humano, pero la verdad es que me excita más el rollo desnutrido: si no temiera la airada y probablemente justa reacción de la directora del Instituto de la Mujer, diría que las anoréxicas son unas jóvenes admirables a las que no importa poner en peligro su salud en exclusivo beneficio de la Belleza y que para mí esa es la máxima expresión del amor al Arte, en el sentido amplio de las palabras amor y Arte. Cada uno es como es, y yo siempre me he contado entre los que prefieren la sutileza a la rotundidad y lo etéreo a lo corpóreo: discrepo en este punto y no sé si en alguno más con los pintores flamencos del siglo XVII, que perdían el culo por chicas con el porte aproximado de una yunta de bueyes, contundentes damiselas que hoy tendrían serios problemas para ser aceptadas por sus compañeras de colegio y todos los papeles para ser señaladas como el vergonzante prototipo de ciudadano que no sabe comer en los programas sobre nutrición de la tele. O era eso o que, al igual que sucede ahora, las modelos flacas cobraban diez o veinte veces más que las otras y los por definición apurados artistas plásticos del momento no se podían permitir el asiático lujo de contratarlas y por culpa del vino y de su obligada fidelidad a una dieta baja en fósforo no se hallaban en condiciones de pintarlas de memoria.<br /><br />Sí, estoy ciegamente a favor de las maniquíes livianas como plumas de cisne y opino que el impedirles que desfilen en las más selectas pasarelas es un ejercicio de discriminación de la peor especie. Es posible que con su delgadez estén dando un mal ejemplo a la juventud, pero eso es precisamente lo que han venido haciendo los Rolling Stones durante los pasados cuarenta y cinco años y sin embargo les tendemos la alfombra roja allá por donde van y para completar la jugada arrojamos a sus pies flores y pétalos de rosa. Los Beatles. Los Beatles también eran una referencia harto perniciosa para los adolescentes de su época y mire usted en el altísimo concepto que se les tiene ahora a los cuatro. No podemos andar denostando a lo tonto y a lo loco a la gente para después encumbrarla al cabo de los lustros porque si lo hacemos perderemos credibilidad y nos tomarán por una especie de veletas estéticos e intelectuales y tiraremos por la borda todo el crédito que nos hemos ido ganando con los años como jueces de lo que mola y lo que por el contrario no mola y nadie ya confiará en nuestra capacidad de discernimiento. Si vamos a machacar a las indefensas niñas escuálidas de la moda, hagamos antes hondo examen de conciencia y cerciorémonos de que pasado mañana no vamos a sentir el impulso de rectificar y ponerlas por las nubes, como por cierto opino que se merecen.<br /><br />Creo que si me viera forzado a escoger entre la deglución de un bocadillo de jamón serrano y la pasiva contemplación del palmito de una modelo postadolescente rumana y no hiciera más de tres días que ingerí la última reconfortante ración de alimento sólido o de sopa caliente me decantaría sin dudarlo por la segunda alternativa, y lo más maravilloso de todo es que estoy seguro de que si ella tuviera que elegir entre el mismo sabroso bocadillo y cualquier otra vianda que engorde un poco menos incluyéndome por supuesto a mí también se decidiría por la opción B: vivimos en un mundo complejo y las personas y animales que según nuestro criterio nos resultan atractivas se rigen a su vez por un canon en el que en el mejor de los casos pues igual hasta ocurre que entramos nosotros y ahí es justamente cuando surgen como margaritas de entre el barro el fiero deseo y la carnal pasión. Las cosas casi nunca son blancas o negras y por lo general están sobriamente teñidas de toda una gama de grises y para colmo de confusiones aquí cada cual ve los colores de una manera y lo que para unos es amarillo que tira a verde para otros es más bien lo contrario. Aun a sabiendas de que la frase no termina de tener sentido y de que por lo tanto llevará a confusión a los lectores silábicos diré que todos somos daltónicos de nosotros mismos: hay una ley natural según la cual a nadie salvo a los hombres retorcidos de veras le puede parecer que sus hijos y nietos sean feos ni que el objeto de su desinteresado amor esté innoble y toscamente gordo o flaco como un galgo hambriento y no merezca desfilar donde le venga en gana o ser fotografiado en primer plano y sin recibir previamente la humanitaria visita de un hábil maquillador homosexual.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com154tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-41078251560894438822007-10-26T13:39:00.002+02:002011-09-29T18:03:32.615+02:00Dios salve a la Reina<a href="http://3.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/RyHUSEcnsXI/AAAAAAAAAGM/TOR2NAla1vE/s1600-h/union+jack+2.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5125611257820852594" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/RyHUSEcnsXI/AAAAAAAAAGM/TOR2NAla1vE/s200/union+jack+2.jpg" border="0" /></a><br />Nunca he entendido eso de la flema británica. Según mi diccionario, que es muy completo y está actualizado, una flema es un gargajo. No obstante, los británicos, flemáticos o no, me caen muy bien, sobre todo por la humorística distancia con que se enfrentan al mundo y esas cosas. Tenemos mucho que aprender de ellos, y para hacerlo no nos queda más remedio que estudiar su curiosísima lengua, ya que de otra forma difícilmente le sacaremos el más mínimo provecho a las lecciones. Para empezar, y por ponernos una meta que podamos alcanzar sin entender aún ni una palabra del idioma de Shakespeare, deberíamos copiarles la bandera. La bandera de Gran Bretaña es un trapo la mar de cuco que luce igual de bien frente a la fachada de las Naciones Unidas que en la chaqueta de polipiel de un punki. En cuanto a diseño y garra visual, le da doscientas vueltas a la nuestra, que no obstante la supera en capacidad de acojone y colorido. Con la bandera británica se puede ir a cualquier lado, pero con la de España sólo a manifestaciones de la AVT y a los partidos que pierde la selección de fútbol.<br /><br />Luego está el himno. El himno de Gran Bretaña es majestuoso y orquestal, y el nuestro parece una especie de pasodoble de verbena de pueblo. Cuando uno oye el Dios Salve a la Reina, que probablemente fue compuesto para conmemorar un histórico apuro regio que se suponía que sólo podría tener solución mediante providencial intervención divina, le entran ganas de acometer épicas gestas patrióticas, y cuando oye el otro lo que le apetece es sacar a una moza a bailar agarrado y tratar de meterle mano con disimulo y de convencerla para que se venga a la era: dos impulsos que por cierto guardan una relación directa con el papel que juega cada país en el concierto mundial. Los símbolos de una nación nos dicen mucho acerca de la esencia de la misma, y los del Reino Unido hablan de dignidad, saber estar y opíparos desayunos que incluyen huevos fritos y tres lonchas de bacon. Es fácil ir por ahí siendo de Londres: todos dan por sentado que eres un caballero y se esfuerzan por quedar bien contigo y por estar a la altura de las circunstancias.<br /><br />Todo hombre con un hondo conocimiento del entorno y de las idiosincrasias de los mil territorios que uno encuentra en el mapamundi es al mismo tiempo francófobo y anglófilo. He nacido español y el odio al vecino de arriba se me supone como el valor a un recluta anónimo, de manera que quiero dejar aquí constancia de mi amor a lo inglés y por extensión a lo británico. Soy devoto de los sombreros hongo, las pintas de cerveza, los días nublados, el té con pastas a la hora del té con pastas, la cortesía cercana a la afectación y la puntualidad rayana en lo enfermizo, y si tengo que elegir entre el Big Ben, la Torre Eiffel y la plaza de toros de Las Ventas y ordenar los tres monumentos según mis preferencias, lo haré sin un rastro de duda en mi voz o con trazo firme si es que la encuesta se me presenta por escrito y pronunciaré o garabatearé primero el nombre del redondo reloj, luego el del mítico coso y por último y si no queda otra alternativa el de la aparentemente inacabada construcción parisina.<br /><br />Por eso siempre me hago el tonto cuando un tipo vestido de bandolero se me acerca por la calle y me pide una firma para que nos devuelvan Gibraltar: para mí Gibraltar es y será guiri por mucho que un día la caprichosa legislación internacional lo pueda poner de nuevo en nuestras irresponsables manos, exponiendo con ello a sus habitantes a quién sabe qué castizas catástrofes vitales. Gibraltar es un trozo de la Gran Bretaña que late en nuestra tierra como mi corazón es una víscera que dice pom pom con acento de Surrey dentro de mi pecho. Me gustaría ser civilizado como los ingleses y la única manera de conseguirlo que se me ocurre es permitir que nos colonicen en condiciones, con submarinos nucleares y bases militares secretas rebosantes de aguerridos soldados, y no con vuelos de bajo coste repletos de hooligans y de septuagenarios que vienen a nosotros en busca de sexo fácil y bebida barata y que por efecto del alcohol o de los años han olvidado los bellos valores que inspiraron a los héroes que pusieron los cimientos de su patria.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com81tag:blogger.com,1999:blog-33543486.post-26587131220057120482007-10-15T14:58:00.002+02:002011-09-29T18:04:59.234+02:00Detective privado<a href="http://2.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/RxNlxMCU-NI/AAAAAAAAAGE/tb_kAuovHvw/s1600-h/Mike+Hammer.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://2.bp.blogspot.com/_QTCYtcSnrOw/RxNlxMCU-NI/AAAAAAAAAGE/tb_kAuovHvw/s200/Mike+Hammer.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5121549096969369810" /></a><br />Yo antes quería ser detective privado, pero el otro día me senté a reflexionar sobre la realidad de ese oficio y he cambiado de opinión y de intenciones. El detective es un tipo gris, pero su grisura está muy lejos de la épica mediocridad que nos muestran las películas de cine negro. La parte más vistosa de su trabajo consiste en sacarle fotos a maridos infieles abrazando a camareras rusas de veinticinco años y en perseguir a adolescentes descarriadas para después chivarse ante sus padres de que beben cubatas y fuman porros. Lo cual, sin duda, ha de hacer que se sienta como un gusano: el detective es lo más parecido al acusica de la clase que despachan en formato adulto, y comparte con éste, con el acusica, las nulas probabilidades de éxito a la hora de iniciar un acercamiento sentimental a las mencionadas adolescentes casquivanas, y eso lo va desgastando poco a poco por duro que sea y acendrada vocación que tenga y menoscaba su autoestima y mina su moral. <br /><br />Ni siquiera, y dado que vivimos en un país subtropical y escasamente lluvioso, puede el detective lucir en la vida real una de esas gastadas gabardinas que tan bien le quedan en la gran pantalla, a no ser que quiera arriesgarse a que le tomen por tonto o por un exhibicionista de los de antes, que los de ahora ya han descubierto las ventajas del chándal como uniforme de faena. La existencia del detective es arrastrada, monótona y vacía de emociones, y ni los casos que se le plantean tienen nada que ver con los complejos problemas casi ajedrecísticos con que se desayunaban Hércules Poirot o Sherlock Holmes ni sus aventuras suelen culminar con una heroica persecución pistola en mano por las calles de una ciudad tan pinturera como Chicago o Nueva York, sino más bien con el interminable repaso de una miríada de documentos legales y obscenas polaroids en el despacho del juez encargado de repartir el botín de un divorcio.<br /><br />La policía jamás recurre, por más que la televisión y la literatura no dejen de hacer referencias al supuesto lance, a los detectives privados para que le resuelvan los crímenes que escapan a su entendimiento: para este menester prefieren los acreditados servicios de videntes y quiromantes, que además por regla general trabajan gratis bajo la amenaza de ser detenidos por actividad empresarial ilícita y estafa. Las mujeres fatales rara vez irrumpen en la oficina de un detective privado para pedirle que las ayude a encontrar al asesino de su acaudalado marido: en lugar de ello corren a las discotecas frecuentadas por futbolistas de Primera División e hijos de baronesas dueñas de palacios y vastas colecciones pictóricas para tratar de dar otro braguetazo antes de que el tiempo traicionero entre en la cocina de su belleza y provoque que se les pase el arroz y se les pegue dolorosamente a la sartén. <br /><br />Por su condición de sujeto sigiloso, el detective vive y muere siendo un ser anónimo que no llama la atención de nadie y apenas se distingue del paisaje. Todas sus dudosas hazañas quedan en la esfera de lo privado y jamás serán referidas por los medios de comunicación ni glosadas en los libros de texto: en todo caso hallarán aburridos oyentes en los nietos que en el futuro sus hijos dejarán a su cuidado cuando se vayan con sus parejas de vacaciones a Mallorca, aunque habrá de exagerarlas convenientemente y de adornarlas con nuevos personajes, tales como gnomos y hadas, para hacerlas asequibles a los gustos infantiles y dotarlas de la dignidad que él sabe de sobra que nunca tuvieron. Quien se esfuerza a diario por pasar desapercibido tiene todas las papeletas para con los años terminar por conseguirlo y confundirse para siempre con el soso decorado de la vida como un insecto palo se camufla en el suelo lleno de hojas secas del bosque, y hay poca gloria en el currículo de los bichos de este tipo y en la biografía de los que se desviven por ocultar sus méritos en vez de sacar pecho e intentar anotarse los goles del vecino, como hacen los miembros de todos los demás gremios con la única y obvia excepción del de los espías y solemos hacer también los maleantes sin corazón y la mayor parte de los haraganes y los desocupados.Camilo de Oryhttp://www.blogger.com/profile/02948348642115479828noreply@blogger.com44