viernes
Contra el arte
A mí eso de que pintar óleos, esculpir bustos o escribir novelas sea una cosa excelsa y eso otro de que quienes lo hacen o hacemos merezcan o merezcamos que nos aplaudan y nos subvencionen por ello me parecen dos enormes tonterías. El arte es la actividad más improductiva del mundo: de hecho, incluso dudo de que sea una actividad. Sé que estoy tirando piedras contra mi propio tejado, ya que yo o soy artista o no soy nada, pero es que hoy me siento especialmente autodestructivo y además no se me ocurre otra cosa que decir, o sí, pero creo que es mejor que me la calle en beneficio de todos.
Hay muchas profesiones que respeto: por ejemplo, la de médico, la de encofrador y esa otra que consiste en arrancar con una espátula los chicles pegados en la acera. Sin las personas que desempeñan estos trabajos la vida sería mucho más difícil. Sin Goya o Velázquez, por poner a dos pintores de los que lo hacían bien, las cosas nos irían más o menos igual, y sin la mayor parte de los artistas plásticos contemporáneos las cosas nos irían bastante mejor: nadie debería estar autorizado a exponer un cuadro que no sea más bello y funcional que una pared desnuda.
Si el hombre de Altamira se hubiera dedicado a cazar bisontes en lugar de a pintarlos, probablemente hoy todavía siguiera viviendo en Altamira. El arte frena el progreso y distrae a las masas de lo que realmente importa, sea esto lo que sea. La frase ‘Escuela de Arte y Oficios’, que tantas veces encontramos rotulada en la fachada de nuestros edificios públicos, encierra una tremenda contradicción: una cosa es el arte y otra muy distinta, la opuesta, los oficios. Hablar del oficio del artista es como hablar de la muerte digna, la inteligencia militar, las hamburguesas vegetales o la libertad condicional: un contrasentido.
Me dirán ustedes que el arte sirve para entretener a la gente, pero miren lo que pasó con la liebre y la tortuga: aquélla se entretuvo más de la cuenta y tuvo que ver cómo la carrera era ganada injusta y cómicamente por ésta. Recuerden también la fábula de la cigarra y la hormiga: si quieren que sus hijos no se mueran de hambre y de frío cuando llegue el invierno y de paso les apetece vivir tranquilos y disfrutar del silencio de su hogar, impídanles que toquen la guitarra y edúquenlos para que hagan algo productivo: por ejemplo, arrancar con una espátula todos estos chicles que hay pegados en la acera.
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24 comentarios:
Yo sería plenamente feliz trabajando de fregaplatos si no tuviera esos prejuicios tan bien aprendidos. Por desgracia, soy como usted, una artista polifacética, una Davinci del siglo XXI. Hemos de sobrellevar con dignidad este don con el que Dios nos dotó.
Un saludo, camaraden.
En los ratos muertos que tanto abundan aquí en la trena, he estudiado en profundidad al personaje, aunque no a la persona, a la que no he tenido el dudoso placer de conocer, valga la redundancia, en persona, y he de decir que no creo que Camilo de Ory sea, en rigor, un artista, y que no me parece ni siquiera un poco polifacético. Más justo sería afirmar que está hecho Un Artista y que, como los niños de Freud, es innoblemente perverso y polimorfo hasta la náusea, que es eso tan desagradable que nos entra a los presos comunes y políticos cuando el rancho del talego nos sienta mal.
Y, usted, señorita Girl, ¿estudia o trabaja? Sé que es una forma manida de romper el hielo, pero es que yo soy, como ve, un caballero británico, y por lo tanto estoy chapado a la antigua y me siento apegado a lo que son las tradiciones.
Entre ayes (míos) y jadeos (suyos), y no hará más de una hora, he podido entender que Camilo mascullaba:
—¿Deportistas? ¿Actores? ¿Fabricantes de marcos? Pues claro que sobran.
Por lo que pude descifrar de sus entrecortadas palabras, que no fue mucho, no hizo ninguna alusión a los jardineros ni a su persona de usted.
FE DE ERRATAS:
Donde dije:
"Entre ayes (míos) y jadeos (suyos), y no hará más de una hora, he podido entender que Camilo mascullaba:
—¿Deportistas? ¿Actores? ¿Fabricantes de marcos? Pues claro que sobran.
Por lo que pude descifrar de sus entrecortadas palabras, que no fue mucho, no hizo ninguna alusión a los jardineros ni a su persona de usted."
Quise decir:
"Roque:
Entre ayes (míos) y jadeos (suyos), y no hará más de una hora, he podido entender que Camilo mascullaba:
—¿Deportistas? ¿Actores? ¿Fabricantes de marcos? Pues claro que sobran.
Por lo que pude descifrar de sus entrecortadas palabras, que no fue mucho, no hizo ninguna alusión a los jardineros ni a su persona de usted."
Los deportistas nunca sobran.
Creo que estoy en completo desacuerdo contigo. En primer lugar, el ser humano mantiene desde siempre esa necesidad constante de expresarse, hay muchas formas de hacerlo, y en eso consiste el arte; es una forma de atrapar una emoción determinada y transmitirla para hacer participe al resto de la gente: ya sea a través de una fotografía, un cuadro, una película e incluso, por qué no, un videojuego.
Además gracias a todo esto uno puede escapar, de alguna manera, de la realidad, tan abrupta, aburrida... Sólo decirte que sin el arte muchas personas no entenderíamos por qué la vida es algo más que un paseo sin sentido.
Ahora, que tú no la necesites... ya es otro cantar.
Eso no me lo dices en la calle, marica.
Dejarse ya de mariconadas. Por fin alguien entiende mi trabajo de tirar chicles y mierdas para dar trabajo y bajar el índice de parados ¿Eso es o no es ARTE?
A mí lo que más me gusta, desde luego, es mat-arte. Por no decir otras cosas, jejeje.
Pues yo en el más acá fui de joven médico ginecólogo y por eso merezco toda la admiración de mi buen amigo Camilo José Orlys. Cuando dejé la profesión porque el colegio profesional no homologó mi método de partos con hurón, fijé mi atención en señoras y señoritas no embarazadas y de ello hice mi nueva profesión.
Ahora en el más allá no me dejan dedicarme a ninguna de esas maravillosísimas actividades, así que voy a dedicarme a pegar chicles en las plumas de las alas de los arcángeles para que los ángeles no vayan al paro, no sin antes dar las gracias al castellano-leonés Camilo José Orlys por facilitarme la idea.
Los viejos cumbiamberos nunca mueren.
Si son viejos algún día morirán, ¿no cree, amigo? Jejeje
Este Romerito de Segovia no sabe lo que es una metáfora ni lo que es poesía ni lo que es una cumbia. Sólo sabe que los toros le ponen a uno perdido.
Le recomiendo que visite un enlace que hay en este blog, "José María Peñaranda", y a lo mejor entiende por qué lo digo.
Amigo Morgan Blanco, soy un asiduo seguidor de la página de José María Peñaranda, créame, estoy al tanto de sus andanzas y lloré como pocas personas el día de su muerte, casi tanto como Cupertina. Quizás yo no sepa entender metáforas, pero veo que usted no sabe entender mis chistes, que ya sé que son malos, pero se hace lo que se puede, jejeje.
Bueno Romerito, no me venga con esas vainas y no se me enoje, de favor.
Yo no me enojo fácilmente, amigo Morgan Blanco (¿puedo considerarle ya como un amigo?), por lo que no debe usted preocuparse por ello. Simplemente quise aclarar agunos puntos de mi personalidad, tan interesante para unos como desquiciante para otros, jejeje.
Romerito: más que como a un amigo, creo que lo justo es que trate usted a Morgan Blanco como a un padre.
Testaferro, no me culee con esas vainas. Romerito puede tratarme como padre o hermano espiritual porque parece que compartimos los mismos gustos y hábitos: la pasión por la inigualable música de mi compae Peñaranda, la asistencia inexcusable a la misa dominical, el gusto por los buenos coches como, por ejemplo, los Opel Corsa CDTI de color plata metalizado, el odio a los coches grandes, caros y/o muy potentes como los Skoda, Mercedes o Mitsibishi y la degustación -que nunca deviene en gula- de verduras cocidas con poca sal.
Así mismo podría Vd. tratarme si consiguiera dormirse con la música de La Ópera del Mondongo, del citado maestro Peñaranda, a todo volumen.
A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.
A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.
A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.
A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.
El arte tiene una única y desagradable función: enmarcar las diferencias entre el capital cultural de unos y de otros, es decir, quien tiene aprendidos los modos de lo elitista es culto y quien no, no lo es. Hacer diferencias.
O eso es lo que dicen los estudios de sociología del arte.
El arte o cualquier cosa que nos haga reflexionar nos diferencia del simio que aprendió a usar una herramienta. En la actualidad vemos cientos de personas que van por la vida como simios, simplemente repitiendo las acciones más elementales y primitivas por sobrevivir y apareándose como el mencionado animal.
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