viernes

Bola de Navidad


No soy creyente, pero sí comprensivo, y por eso entiendo a la gente que celebra las Navidades con el mismo febril entusiasmo con que festejaría el triunfo de su equipo favorito de fútbol o la muerte de algún vecino particularmente molesto y ruidoso. Quien esté planeando correrse una juerga para conmemorar el cumpleaños del Niño Dios puede contar desde ya con mi apoyo y solidaridad e incluso con mi alegre participación en el guateque, siempre y cuando el mismo tenga lugar bajo techo y la sala se halle equipada con uno o dos braseros de carbón, que tampoco hay por qué pasar frío, pero que aplauda al vecino que aprovecha que estamos en Pascua para organizar una pequeña bacanal doméstica no implica que me gusten las Navidades ni que sepa a ciencia cierta cuál es el significado de algunas de las extravagantes cosas que hace el personal en estas señaladas fechas.

No le veo el sentido, por ejemplo, a esas reuniones familiares que tan populares se han hecho gracias a los anuncios televisivos de turrón: se supone que los hijos vuelven a casa por Navidad y que tanto ellos como sus progenitores disfrutan con el lance y se abrazan y se dan al emocionado llanto y a la risa, pero digo yo que si uno se ha largado del hogar paterno o ha echado a un hijo a patadas a la calle será por algo y que en esas penosas circunstancias lo mejor es no forzar el reencuentro y también que es muy peligroso llamar a la puerta de una casa que ya no es la propia y donde a uno no lo quieren y que al legítimo dueño de la misma no le conviene tender un puente de plata o una alfombra roja para que regrese ufano a su vera un enemigo del que ya creía haberse librado, probablemente esta vez apoyado por refuerzos en forma de nuera, más o menos feroces nietos a quienes para colmo hay que agasajar con golosinas y regalos y ladradora mascota.

Pero lo que realmente me confunde y me sume en la zozobra, y es a lo que iba desde el principio, es la existencia y profuso empleo ornamental de ese inquietante objeto que quienquiera que un día decidió poner nombre a las cosas dio en llamar bola de Navidad. Supongo que la de colgarla aquí y allá es una de esas tradiciones cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos y que es inútil preguntarse a qué viene y qué se pretendía en un principio conseguir con ella y si la bola simboliza algo en particular y qué demonios es entonces ese remoto algo, pero no puedo evitar sentir al mirar estos esféricos adornos de colores una perplejidad que mi bondadoso corazón traduce en curiosidad y en dulce morbo y que crece como un hijo dentro de mí y me da una sólida razón para seguir buscando el porqué de los prodigios que nos rodean y para en definitiva no tirar la toalla y no quitarme aún la vida.

25 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy mal, muy mal. Aquí sigue sin haber nada que rime. Pero en qué cabeza cabe, alma de cántaro, que "braseros" rime con "mascota". No, no señor, no rima, se ponga como se ponga. Desde luego hace usted una poesía muy, pero que muy, rara.
De todas formas no hay por qué tomárselo a la tremenda, no se suicide, hombre; al final le saldrán las rimas.
Don Clorato de Potasa

Anónimo dijo...

La bola de Navidad es pesadilla y obsesión recurrente en mi vida. Desde que me enteré, hace años, de los detalles, y vi, por desgracia, algunas fotos en ciertos documentales, mi mente responde con rabia y dolor físico ante cualquier mención de este objeto despreciable. De vez en cuando no puedo evitar caer en una especie de sopor de abstracción donde trato de visualizarlo todo como en una película. Y una vez más, tratar de comprender, que no justificar, qué clase de locura humana es capaz de mirar a los ojos de una mujer embarazada y cantarle un villancico.

Anónimo dijo...

La presidenta esta es una tía loca. Además tampoco sabe hacer rimas: "visualizarlo" no rima com "villancico".
Don Clorato de Potasa

Anónimo dijo...

Modérese o le modero.

Bórrese o le borro.

Anónimo dijo...

ENVIDIA

Anónimo dijo...

Sí, "Poesía Creativa", ja. Seguro que tampoco tiene rimas. Con lo bonitas que eran las poesías de antaño, sí, como aquella que hablaba de "cañones" y de "Estambul" y de no sé qué cosas más. Aunque ahora que me fijo, "cañones" no rima con "Estambul".
Joder con los poetas.
Don Clorato de Potasa

anilibis dijo...

Lo peor de la navidad es el empache colectivo a base de cuchipandas de todo tipo. No sé por qué no incluyen Almax en las cestas navideñas. De hecho, la gente podría matar dos pájaros de un tiro y, tras haberse puesto morados, colgarse directamente del árbol.

Anónimo dijo...

pero... ¿qué es grande y qué es pequeño?

Anónimo dijo...

ESTOY INDIGNADO PORQUE LOS HOMBRES QUE LLEVAN LA BRAGUETA ABIERTA EN SEGUIDA SON TACHADOS DE MACHISTAS

NO ES COÑA

ESTOY INDIGNADO DE VERDAD

Anónimo dijo...

Gran bola estomacal la de navidad, si señor.

Virginia dijo...

Estimado Camilo:

Tranquilo. Estamos ya a 26. El simulacro de paz y amor ya ha terminado. Espero que no haya tirado la toalla. A mi las únicas bolas que me provocan un "dulce morbo" y me dan una "sólida razón para seguir buscando el porqué de los prodigios" son las del bingo.

Vir

Chica fina opina dijo...

Sempre me han gustado más las bolas chinas, se pueden usar todo el año y resultan más placenteras.

Anónimo dijo...

Te cambio dos del nueve por una del doce. O sea: doy dos del nueve y recibo una del doce. Biselada y con cascabel, a ser posible.

Anónimo dijo...

Fantástico artículo que deja al fin en evidencia a la insoportable Navidad. Como bien señalas, no es ya sólo su discurso panfletario, algo que ya de por sí produce indigestión (recuerdo con especial "cariño" las fiestas dedicadas al Valetudo, nunca había visto una celebración tan llena de demagogia barata e ignorancia por el tema que se festeja), sino su incapacidad para mostrarse como una efeméride educada y razonable con los demás. La navidad, por la forma en que trata a los judíos, me recuerda a una de esas profes del cole que aprovechaban la mínima ocasión para dejarte en evidencia aprovechando su privilegiada posición.
Vale que yo era un absoluto cabrón con MAYÚSCULAS, pero creo que había alguna profesora (las mujeres solían mostrarse menos flexibles) que, ejerciendo su papel, era aún peor que yo.

Un saludo, cracks!!

Anónimo dijo...

Perdón, donce decía "navidad" quise decir "Navidad".

Saludos.

Anónimo dijo...

El Curso de Poesía Creativa es pesadilla y obsesión recurrente en mi vida. Desde que me enteré, hace años, de los detalles, y vi, por desgracia, algunas fotos en ciertos documentales, mi mente responde con rabia y dolor físico ante cualquier mención de este hecho docente despreciable. De vez en cuando no puedo evitar caer en una especie de sopor de abstracción donde trato de visualizarlo todo como en una película. Y una vez más, tratar de comprender, que no justificar, qué clase de locura humana es capaz de mirar a los ojos de una mujer embarazada y decirle "Volverán las oscuras golondrinas".

Anónimo dijo...

Bueno, no iba a decir nada acerca del Curso de Poesía Creativa y me encuentro con que La Presidenta (MI PRESIDENTA ¡SIEMPRE CON ELLA!)lo ha dicho por mí mejor de lo que yo lo hubiera hecho.

Aunque también estoy en desacuerdo con ya no sé ni lo que digo porque, Camilo, ¿de verdad piensas eso de los tetrástrofos monorrimos? Tu concepción de la vida me da hasta pena. Los tetrástrofos monorrimos son lo mejor que nos ha dado la vida y lo digo de verdad.

Anónimo dijo...

Vamos, que además me parece penoso todo esto.

Anónimo dijo...

Perdón, donde dije "MI PRESIDENTA ¡SIEMPRE CON ELLA!", quería decir "MI PRESIDENTA, ¡SIEMPRE CON ELLA!"

Penoso todo esto.

Anónimo dijo...

Aquí hay mucho desvarío y nadie contesta mi pregunta. Y no quisiera pensar que no hay comentaristas versados: ¿Hay rima o no hay rima en la poesía creativa esa?
Porque si no hay, no me apunto al curso, ahora que por fin lo dan a precios realmente populares, y sigo con las obras maestras de Marcial Lafuente Estefanía y de Corín Tellado, que también son populares.

Anónimo dijo...

¡Dejadme en paz, malditos hedonistas!

Anónimo dijo...

Ja, ja. El otro día me comí una bola de opio y me unté la compresa en LSD. Luego me fui a los grandes almacenes a épatar y a pedir a un Santa Claus lamentable que aboliera los toros.

Así porque sí, porque soy hedonista y no me derrocaréis, bastardos. JA, ja.

Anónimo dijo...

Viva él (luego.. ¿viva yo?, sí? no?) Salud a los bloggers de Ory, en cualquier caso. Yo también soy un poco hedonista. Pero casi nunca utilizo compresas.

Anónimo dijo...

A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.

Anónimo dijo...

A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.