viernes

Los agravios de la edad


Los años nos pasan por encima como esas molonas máquinas apisonadoras que manejan los rudos obreros especializados que se dedican a construir las autopistas que cruzan llanas y veloces el suelo de todas nuestras comunidades autónomas y por extensión el de nuestra Patria, y van dejando huella en cada rostro y cada cuerpo como el enamorado que graba iniciales y corazones con un punzón en la corteza de un árbol milenario. Nadie escapa a esta suerte de maldición, y quienes por genética o contactos en el mundo de la cirugía plástica retrasan por unos lustros el momento de ver las delatoras arrugas en sus caras no pueden evitar que la edad los pudra y desgaste por dentro como inexorablemente hace con todo hijo de vecino.

El tiempo, que nos arrastra de los pelos hacia la tumba en lugar de quedarse quietecito dentro de los relojes, tiene un agravio específico para cada etapa de la vida: castiga a los niños con una especie de enanismo temporal y con una falta de criterio que les impide valerse por sí mismos y contraer matrimonio con adultos o mantener noviazgos informales con éstos sin empujarlos a un destino cien veces peor que la muerte y votar en elecciones generales o municipales y referéndums sin recurrir a un carné de identidad falso, convierte a los adolescentes en seres llenos de granos y de complejos a quienes una fuerza inexplicable lleva a forrar sus carpetas con fotos de malos actores sin camiseta en el caso de que pertenezcan a lo que tradicionalmente se ha venido llamando el sexo femenino y a pasar largas horas encerrados en el cuarto de baño explorando sus recién estrenados cuerpos si es que pertenecen al masculino, hace brotar pelo en las fosas nasales, los hombros y la espalda de los varones de mediana edad mientras de paso los deja calvos y les condena a una vida de trabajo y privaciones y deforma los antaño prietos cuerpos de sus esposas hasta desproveerlos de cualquier tipo de atractivo, algo que tampoco les duele mucho, a ellas, digo, ya que están demasiado ocupadas fregando platos y criando niños que no pueden valerse por sí mismos como para pensar en seducir o impresionar a nadie, y convierte a lo que el poeta llamó viejas de ambos sexos en montones temblorosos de piel y osteoporósicos huesos a quienes por suerte la razón ha abandonado evitando que se den cuenta de lo triste que es su sino.

El calendario es un objeto cruel que no cuenta los días que pasan dejando su carga de dolor sobre nuestros hombros, sino los que quedan hasta la fecha en que las cosas no puedan ir a peor y la muerte venga a poner su guinda vil en el pastel de infortunio que es toda existencia. Y a la Naturaleza fiera y el inclemente Dios no les basta con que nosotros seamos conscientes de en qué vergonzante estadío del desarrollo nos encontramos y de cuán cercano o lejano está el negro destino que al cabo del viaje nos espera: por eso o tal vez como parte de un juego macabro y sin sentido han dispuesto que cualquiera pueda hacerse una idea de lo jóvenes o viejos que somos con sólo mirarnos un segundo a la cara y calcular el tiempo de vida que nos resta contándonos las canas y las arrugas y haciendo una sencilla regla de tres y un par de multiplicaciones sin decimales. Lo peor no es ser un anciano decrépito, un hombre gris cuyo mañana es punto por punto igual que su hoy y sospechosamente parecido a su ayer, un adolescente granujiento y memo que desconoce las más básicas normas de urbanidad y pega a sus compañeros o es golpeado con frecuencia diaria por éstos o un niño sin fuerza física ni capacidad de raciocino y con una autonomía de acción comparable a la de un motocarro antiguo sin gasolina, sino que todo quisque pueda saber que lo eres y no tengas forma de negar que perteneces a uno de estos cuatro vergonzantes clubes sin verte forzado a admitir de manera implícita o explícita que eres socio de pleno derecho de alguno de los otros y que has sido o con casi entera probabilidad y con los años serás miembro de todos y cada uno de los demás.

36 comentarios:

Anónimo dijo...

El mejor antídoto contra la edad es la fama. Siendo ya mayor, me pasaba yo frecuentemente por la cafetería de la facultad de Filosofía y Letras, de la universidad de La Sorbona, claro, a comerme unos croisanes y echarle un ojo a las chatis mientras los mojaba insinuantemente en el café. Las tías se miraban con disimulo entre ellas y parecían querer decir con el asustado brillo de sus pupilas:

–¿Quién es el viejo verde ése que se está poniendo perdida de café la camisa?

Y yo les aclaraba, con mi tonante voz:

–¡Nenas, nenas, nenas, que soy el Gainsbourg!

Y todo cambiaba y el horror se volvía admiración y los recelos se tornaban atenciones.

Bolas de pelo escupía yo por la mañana, como los gatos.

Anónimo dijo...

Porque manda huevos que llevamos yo y mis chicos tres temporadas haciendo pruebas para el Lupus, y nada, que no...

Con la mierda del recuento leucocitario de los cojones...

Lagata dijo...

Debería prohibir lo de crecer. Habría que nacer con, pongamos por caso, 25 años, y así quedarse el resto de la vida. Sin arrugas, canas, flacideces, pelos en orejas, calvicies, patas de gallo ni aquel aire de superioridad que se le va a poniendo a las personas a medida que crecen.
Y de paso nos ahorrábamos una pasta en pañales, biberones y ropa que apenas dura 1 mes porque el adorable pequeñín ha crecido.

Camille dijo...

Decía Pessoa que el tiempo que arruga la piel de los hombres, alisa la piel de los neumáticos..
Borges, en cambio, decía que estamos hechos de tiempo...

Saludos, Camilo, me ha gustado tu blog. He llegado de casualidad (si es que existe) pero volveré. Ha sido un placer leerte.

Anónimo dijo...

Señor Dorí que te ví:
El tiempo se acuesta conmigo cada noche pero no logra joderme, jiji

Anónimo dijo...

¿Cuántas veces fueron, señor De Ory?

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¿Cuántas?!!!!

Anónimo dijo...

PERO ES QUE NO VAIS A PARAR DE LLAMARME! Como se entere la patrulla X y los Vengadores os cais a enterar

Anónimo dijo...

O sea, es una historia de amor crepuscular.

Bolas de pelo.

Anónimo dijo...

El otro día me rasure enterita. Arriba, abajo, izquierda, derecha. Jaja. Enterita.

Se me olvidó cerrar la puerta del servicio (oh, desastre!)...

Bolas de pelo escupía mi gato por la mañana, como el Gainsbourg.

Anónimo dijo...

SODOMÍA Y CERVEZA FRÍA

Anónimo dijo...

Le veo mal, Don Peter Pan: mujeres cocinando y con niños, hombres calvos y con tremenda barriga... la crisis de los 40 le ha atrapado antes de tiempo. ¿Dónde está el psicoanalista de los anillos? Necesita usted ayuda urgente.

Eresko dijo...

Creo que lo mejor es no echarle cuentas, ni sumas ni restas ni reglas de tres, ni recapacitar sobre ello, sino vivir y vivir intensamente porque igual no tienes la suerte de morirte de viejo.

Anónimo dijo...

¿Y por qué cerveza fría? con sodomía nos apañamos

Anónimo dijo...

Este señor De Ory me tiene muy asustado. Hemos pasado de más de 100 comentarios a no llegar ni a 30. ¿¿Y sus personalidades??

El día en que De Ory decida ser De Ory, ¿qué será de mí?

Anónimo dijo...

¿¿Qué será de mí??



¿¿Cuántas veces fueron??

¡¡¿Cuántas?!!

Alicia Liddell dijo...

Estoy por cantarle "... y que cumpla muchossssssssss másssssssss"

Anónimo dijo...

Rehúyo el compromiso.

Anónimo dijo...

Hay una calidad táctil, como de polvo dorado, en el espacio entre las mujeres y las ventanas de Camilo de Ory. Se escucha, entre el silencio, una nota perdida de un clavicordio holandés, el crujido del tafetán de un vestido amarillo, una naranja pecaminosa que cae del cesto y, tal vez, el sonido más encantador de todos, el del suave roce como de nácar entre la piel de la sirvienta y el pendiente de perla que lleva en el lóbulo.

Anónimo dijo...

¡La Virgen! Qué dislate.

Anónimo dijo...

Este blog está de lo más triste. Cómo se notan los años k nos cargamos a los hombros. Escriba sobre algo más alegre, Don Camilo, porque lo próximo entonces será un artículo sobre el cementerio inglés.

Anónimo dijo...

¿Tienes webcam?

Anónimo dijo...

desapareciste, es la edad?

Anónimo dijo...

me alegro de tu vuelta

Anónimo dijo...

Me cago en san Dios! Ahora sí que sí.

Thesmoked dijo...

Qué prepotencia, que edad, que historia. ¿Qué experiencia? que amargor. Cómo cuentan los relojes de la edad, en el sentido inverso de la realidad.

La juventud reta a los retrasos y los fallos en los mecanismos de la edad. Es normal que envejezcas, no es normal que temas. Epicuro encontró la solución: no temas a la muerte por que al no sentirse no existe. Aunque esto suponga que la muerte no exista.

Ya sabes que todo es proposición. Y yo te propongo viejo escritor que no faltes y reflexiones. Que nadie puede decir que estar vacío de contenido sea un mal.

Que ahora gritamos ¡Antiglobalización!, ¡no a la guerra!, ¡si a la vivienda digna!, !no al terrorismo¡, !no a el Plan de Bolonía!.

Seguro que usted sabe la sempiterna alineación del atlético, pero ahora los jóvenes sabemos los nombres de escritores japoneses, artistas americanos, cantantes finlandeses.

Humildemente, no toque los huevos.

Anónimo dijo...

"Seguro que usted sabe la sempiterna alineación del atlético, pero ahora los jóvenes sabemos los nombres de escritores japoneses, artistas americanos, cantantes finlandeses"

Virgen santa.

anilibis dijo...

Don Camilo, me parece que empieza usted a tener la crisis de los cuarenta precozmente, está empezando a visualizar el lado oscuro. Además, ya lo decía Picasso: "hay que vivir muchos años para aprender a ser joven".

Anónimo dijo...

Ego te absolvo a peccatis tuis

Anónimo dijo...

Pero bueno ¿es que no se van a callar, cabrones? Viva la Kriptonita

Anónimo dijo...

¿Kripton - ITA?

Anónimo dijo...

El bello te mira. El vacío negro de su abierta boca lasciva también te observa, y probablemente, te juzga desde su solemne superioridad.

Su piel, suave blanco lechoso, realza un rostro atemporal, que contempla imperturbable al frente desde hace ya casi tres mil años. Te mira con ligero orgullo, suspicacia tal vez, pero revelando tal vez una inteligencia maravillosa. Los generosos labios se curvan en una sonrisa complaciente, que mantiene las distancias, apoyada en un cuello alargado, como de refinado cisne de arcilla.

Nadie sabe con exacta seguridad quién hizo a al bello -¿no se insiste en que fue el genial escultor Tutmose?-, ni si el retrato es fiel a la apariencia de Camilo de Ory. Lo que es seguro es que su rostro en caliza pintada será para siempre quien lleve el peso de los siglos con la mayor y más elegante decadencia.

Anónimo dijo...

A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.

Anónimo dijo...

A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.

Anónimo dijo...

A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.

Anónimo dijo...

A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.